Durante su semana de fiestas, que finalizaron el domingo, en Navajas pasaron gran cantidad de cosas y muchas reseñables, en especial por la alta participación, aunque a veces los hechos curiosos y anecdóticos son los que llaman la atención. Y de eso tuvieron varios los dos últimos días de la programación, con unos protagonistas, de buen seguro inconscientes de que lo eran, del reino animal.
Innovar o sorprender cuando se trata de celebraciones populares no siempre es fácil, aunque este municipio del Alto Palancia hizo una demostración de que las cosas más sencillas pueden llegar a ser las más exitosas, y un éxito fue su entrada de cabras y ovejas.
El mérito hay que atribuírselo a la comisión de fiestas de este año, que propuso organizar un acto dirigido a los más pequeños, en el que hubiera animales y pudieran pasárselo bien sin riesgos.
Como pudo comprobarse durante el recorrido, hubo muchas carreras, tantas como risas, pero también multitud de caricias, las que se ganaron las cabras, que dieron muestras de pasárselo tan bien como los niños, y las ovejas, que se sumaron a la fiesta sin protestar, como suele ser su naturaleza.
Las vacas y el olmo centenario
Pero no fue la única anécdota con la que los vecinos despidieron su semana taurina. La lluvia, como también pasó en otros muchos municipios de la provincia, arruinó o deslució algunos actos, y también estuvo detrás de una de las imágenes más insólitas que se produjeron durante esta semana festiva. Y es que nunca antes se había visto a una vaca encaramada en el jardín que ocupa su emblemático olmo centenario.
Esta gran jardinera está protegida para los festejos taurinos, que se desarrollan en la plaza que preside y da nombre el histórico árbol, pero además, sus muros están a una altura suficiente como para que ningún animal pueda acceder. Eso en circunstancias normales.
Se da el caso de que, por las lluvias del sábado, la comisión de fiestas decidió retirar toda la arena para que el resto de exhibiciones previstas pudieran desarrollarse sin inconvenientes, y optaron por dejarla amontonada junto al espacio reservado para el olmo. Con lo que seguramente nadie contaba era con que las vacas aprovecharan ese montículo para trepar a la zona reservada para el árbol.
Lo hicieron dos, una por la mañana, de Fernando Machancoses, y otra por la tarde, de Germán Vidal, y en los dos casos, los organizadores se las vieron y desearon para convencerlas de descender de tan privilegiado espacio.
Finalmente, ambas renunciaron a las elevadas vistas. Ni las vacas ni el olmo sufrieron daños, pero la curiosa situación acabó convirtiéndose en uno de esos momentos que serán recordados.
Las fiestas de Navajas fueron mucho más que estos dos episodios que, por llamativos, se han convertido en noticia. Hubo verbenas, pasacalle por los garitos (bajo la lluvia), concurso de paellas, fiesta de disfraces o citas gastronómicas como la fideuà popular, pero sobre todo, actos taurinos, con entradas y exhibiciones.