La Guardia Revolucionaria iraní, el cuerpo de élite político militar de la República Islámica, ha ordenado a todos sus miembros que paren de utilizar y entreguen cualquier herramienta informática y de comunicación que hayan usado en el pasado o estén usando en la actualidad.
Mientras esto ocurre, según han dicho dos fuentes de seguridad iraníes anónimas a la agencia internacional de noticias Reuters, Irán ha empezado una campaña de investigación a todo su personal para descubrir posibles infiltrados y topos que trabajen para Israel.
Estas dos medidas llegan tan solo una semana después de que todos los ‘walkie talkies’ y buscas de Hizbulá —milicia aliada de Irán— explotasen en el Líbano. Gran parte de los heridos por estas explosiones han viajado a territorio iraní para ser tratados allí. Hizbulá y Teherán acusan a Israel del ataque; el Estado hebreo no ha ni confirmado ni desmentido estar detrás de estas acciones, aunque las dudas al respecto son pocas.
«Hemos empezado esta operación a gran escala dentro de la Guardia Revolucionaria para inspeccionar todos y cada uno de los dispositivos, no solo los de comunicaciones. La mayoría de los aparatos que usamos son producidos en nuestro país o importados desde Rusia y China«, ha dicho la fuente de seguridad anónima a Reuters, que ha continuado:
«Las investigaciones, además, servirán para hacer un escrutinio a las cuentas bancarias de todo nuestro personal, además de su historial de viajes y el de su familia». Irán tiene motivos verdaderos para pensar que Israel —el archienemigo de los clérigos que gobiernan el país persa— tiene una amplia red de espías y colaboradores dentro de territorio iraní.
En las últimas dos décadas, Israel ha atacado en varias ocasiones las instalaciones y el programa nuclear iraní, incluso asesinando a sus científicos de cabecera. El último de ellos fue el físico nuclear Mohsen Fajrizadeh, asesinado mientras circulaba en su coche por las afueras de Teherán.
Pero hay más: Ismail Haniya, el hasta este julio líder político de la milicia palestina de Hamás, fue asesinado el pasado 31 de julio en Teherán pocas horas después de haberse reunido con el presidente iraní, Mesud Pezeshkian, y el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jameneí. Haniya fue asesinado en circunstancias no esclarecidas mientras dormía dentro de un edificio gubernamental iraní destinado a hospedar visitantes de alta importancia.
Una respuesta demorada
Mientras la tensión escala entre Israel e Hizbulá, Irán sigue prometiendo que la República Islámica se vengará contra el Estado hebreo por el asesinato de Haniya. Esta supuesta venganza, anunciada por activa y por pasiva desde hace más de un mes, no ha llegado.
«Israel es un cáncer maligno culpable de crímenes atroces, y nos vengaremos de ellos en el momento indicado. Incapaces de dañar a los verdaderos combatientes en Palestina, [los israelíes] descargan su ira maliciosa sobre niños pequeños, pacientes de hospitales y escuelas llenas de niños», ha dicho este sábado Jameneí.