Este lunes ha arrancado el curso para el nuevo Gobierno francés dirigido por Michel Barnier con un Consejo de Ministros más corto de lo habitual. A la cita, en el Palacio del Elíseo, han acudido los 39 ministros, que han sido recibidos por el presidente Emmanuel Macron, quien ha querido extenderles la mano en su primer día de trabajo: «Estaré aquí para ayudaros».
Este sábado, tras dos meses y medio de bloqueo político, el secretario general del Elíseo, Alexis Kohler, anunció el nuevo gobierno creado por Barnier y validado por Macron, con aires mucho más conservadores que el anterior, formado en gran parte por políticos macronistas y de Los Republicanos, a pesar de que en las últimas elecciones legislativas adelantadas ganó el bloque de izquierdas.
A primera hora de este lunes, ha tenido lugar la foto de familia de un Ejecutivo que pende de un hilo, puesto que las fuerzas más votadas, el Nuevo Frente Popular y Reagrupamiento Nacional ya lo han condenado. A pesar de eso, Barnier ha dado una directrices claras a sus ministros con las que pretende cambiar la manera de hacer política: «Actuar más que comunicar, y actuar antes de comunicar», y sobre todo, «tener respeto por todos nuestros conciudadanos, por todos los partidos políticos y escuchar a todos». Algo que se ha interpretado como un guiño a estos partidos excluidos.
Una Asamblea fragmentada
«Este Gobierno será republicano, progresista y europeo», ha insistido este lunes el primer ministro, pero la izquierda pone en cuarentena su progresismo al no incluir a su formación en el nuevo gabinete.
La Asamblea Nacional está fragmentada en tres grandes bloques (el bloque de izquierdas, los macronistas y Reagrupamiento Nacional), y ninguno cuenta con mayoría absoluta, por lo que la continuidad del Ejecutivo está en el aire, especialmente después de que la izquierda anunciase una moción de censura. Si a esta moción se suma Reagrupamiento Nacional, el Gobierno apenas habrá visto la luz. De ahí la insistencia de Barnier a sus ministros de que «las mejores ideas deben surgir de todos».
La composición del Gobierno también ha encendido las alarmas de algunas organizaciones de derechos humanos, que ven con recelo el regreso a la líneas clásicas, como el Ministerio de Familia, donde por primera vez desde 2016, el concepto «familia» vuelve a ser singular. Unicef, por ejemplo, ya ha expresado a través de un comunicado su «decepción por la ausencia de una cartera específicamente dedicada a los derechos del niño en su conjunto». La agencia insiste en que «reducir la cuestión de la infancia a la familia o a la primera infancia deja sin respuesta los grandes desafíos a los que se enfrentan los niños mayores».
También ha expresado su inquietud el ex primer ministro Gabriel Attal, que ha pedido a Barnier garantías para proteger el derecho de la reproducción asistida, el aborto y los derechos LGTBIQ+. Para Attal, es primordial que esto quede claro, en especial tras la llegada de Bruno Retailleau al Ministerio del Interior. Retailleau se ha manifestado en contra del matrimonio igualitario en varias ocasiones.
Tras las presentaciones, está previsto el primer ministro presida un seminario gubernamental el viernes por la tarde en Matignon, de 15 a 18 horas, para preparar su declaración de política general, que pronunciará el 1 de octubre y en la que presentará su hoja de ruta más detallada.