Lo siento, pero ya basta, España no puede ser refugio dorado de decenas de opositores al régimen dictador de Maduro. Edmundo González dice en su primera entrevista a la agencia Reuters, que negoció durante varios días irse de Venezuela, pero no se lo comunicó a María Corina Machado hasta pocas horas antes de coger el avión rumbo a España.

No se siente culpable por haber decepcionado con su huida a millones de venezolanos y, cuando le preguntan si se sigue considerando el candidato idóneo para ocupar la presidencia, ni lo duda, ni menciona a la candidata oficial Machado, y se erige él y solo él, como presidente electo. Ese es uno de los problemas de Venezuela, que se vive mejor como presidente electo sin mando y en España, que como presidente electo amenazado en Venezuela.

El socialismo muestra su verdadera cara, siempre obediente al dictador que más les paga

Puedo entender cómo se sintió de traicionada María Corina Machado al conocer su huida, tras negociar a sus espaldas con el régimen del dictador y bajo amenaza, en suelo español. Ella es la presidenta de facto de Venezuela, él es el cargo oficial. Ella cedió su puesto por maniobras fraudulentas del dictador, no por voluntad. Ella sigue jugándose la vida mientras él habla bien del gobierno español y de José Luis Rodríguez Zapatero, el artífice de su entrega a Maduro.

Hablemos claro. Un presidente electo huye de su país donde ganó las elecciones porque el resto de los países, incluido España, tienen negocios con el dictador y prefieren la perpetuidad de Maduro en el poder. 

Enrique Alvarado, embajador de Guaidó en Budapest, declaró hace poco que Zapatero y Maduro cerraron un acuerdo para financiar a Pedro Sánchez y que alcanzara la presidencia del Gobierno. Esto explicaría por qué le acoge, pero no le reconoce como presidente. Acuerdos similares justifican la mayor vergüenza en décadas para los socialistas europeos, excepto los portugueses, que votaron en contra del reconocimiento de Edmundo González en el Parlamento Europeo. El socialismo muestra su verdadera cara, siempre obediente al dictador que más les paga.

El papel de España y su delegación en Venezuela es el ejemplo de la sumisión al poder del que sabe demasiado y puede contarlo todo. En suelo español se amenaza, extorsiona y chantajea al presidente electo de un país con permiso del gobierno. El embajador no participa, pero deja hacer. Quien permite que suceda allí es Pedro Sánchez. Quien organiza el encuentro es Rodríguez Zapatero y para ello utiliza a Eudoro González que es como un sobrino para Edmundo y actuó supuestamente como agente doble, le convenció para que se fuera, pero obedecía órdenes de Zapatero. 

Pero volvamos a Edmundo González. Cuando él asumió sustituir a María Corina como cabeza de lista sabía a lo que se enfrentaba. Centenares de presos políticos en las cárceles, fraude electoral constante y persecución del régimen bolivariano por ser opositor. ¿Por qué ahora en poco más de un mes decide huir del país? Su hija y sus nietos que viven en Venezuela podrían haberse marchado de Venezuela meses atrás como han hecho los hijos de otros opositores. María Corina tiene tres hijos y los tres viven en Estados Unidos, se fueron antes de presentarse ella a la presidencia. 

Y volvamos también a Rodríguez Zapatero, un expresidente español amigo de todas las dictaduras del mundo, comisionista de todas ellas y millonario a consecuencia de ello, que se ofrece como observador internacional una y otra vez a Maduro en sus convocatorias electorales para no observar nunca el fraude y, cuando se demuestra el pucherazo, se hace el silencio y calla. Pero se encarga de organizar la huida, no del dictador que ha perdido sino del que ha ganado limpiamente. Ese es Rodríguez Zapatero. Voy pensando cada vez con mayor convicción que es cierto como indicaron varios testigos, que Chávez le regaló una mina de oro en Venezuela. 

El socialismo en España fue una ideología maldita durante décadas tras los asesinatos que cometieron sus checas y el golpe de estado que dio el PSOE a la República democráticamente elegida, pero se recuperó con Felipe González en los primeros años de democracia organizando una España moderna y europea. Pero ya no. Ver cómo Sánchez elimina sin piedad a compañeros que no piensan como él, cómo se alía con cualquiera por permanecer en el poder y ahora cómo aplica una ley de censura a la prensa propia del franquismo, nos recuerda que bajo el paraguas de lo que ellos llaman «progresismo» en ocasiones se cobija lo peor del fascismo. 

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