El Teatro Real arranca su nueva temporada, como es habitual, con los Reyes en el palco. Lo hace con un homenaje al teatro con la ópera Adriana Lecouvreur de Francesco Cilea (1866-1950) que nunca antes se había representado en el escenario del Teatro Real.  El libreto de Arturo Colautti (1851-1914) está inspirado en una obra teatral de Eugène Scribe (1791-1861) y Gabriel Legouvé (17664-1812) en la que se recoge la vida de Adrienne Lecouvreur (1692-1730).

En el París de la Ilustración, Lecouvreur se convirtió en la más famosa de las actrices, su forma de actuar rompió con la declamación de los textos teatrales, su interpretación realista llegaba más al público que la adoraba. Igualmente, los críticos e intelectuales de su generación, como Voltaire (1694-1778), la encumbraron como gran artista. De origen humilde, Lecouvreur se convirtió en una figura fundamental de la Comédie Française.

Fuera de los escenarios protagonizó un trío amoroso que dio mucho que hablar en su tiempo: su relación con el mariscal Mauricio de Sajonia, amante a su vez de la duquesa de Bouillon. En escena este trío amoroso está representado, en el primer reparto, por la soprano Ermonela Jaho (Lecouvreur), la mezzosoprano Elïna Garanca (Boudillon) y Brian Jagde, como Maurizio, bajo la dirección de Nicola Luisotti, que vuelve al foso del Real.

La repentina muerte de Lecouvreur con 38 años suscitó todo tipo de rumores y teorías siendo el más extendido el que señalaba a la duquesa como asesina que la envenenó con unas flores. Lo cierto es que no hubo señales de veneno en su autopsia y no se sabe qué le pasó a la actriz. La Iglesia le negó cristiana sepultura como a todas las actrices y en su agonía no renegó de su profesión como era condición para el perdón eclesiástico. Su cuerpo fue enterrado en lo que entonces eran las afueras de París en el pantano de Grenouillère lo que hoy es el Campo de Marte, donde una avenida que termina a los pies de la Torre Eiffel lleva su nombre. 

Más allá de la veracidad de la muerte o no por envenenamiento, la producción que estrena el Real hace hincapié en la autenticidad de la figura de la actriz. La soprano Ermonela Jaho afirma que al abordar el papel reconoce estar ante un reto interpretativo. “En un personaje realmente verdadero en el que todos los sentimientos están expresados de forma auténtica; como los celos, el amor y el sufrimiento”, asegura Jaho. 

Esta producción se estrenó en 2010 en Covent Garden y la clave de su éxito radica en que es una obra muy poco conocida que sorprende. “Cuando la vi por primera vez en Australia recuerdo que al salir ya estaba enamorado de esta obra por lo que contiene. Está lleno de delicias, un ballet, recitativos, duetos, personajes fuertes, arias… Es una caja de bombones y una obra maestra”, afirma Justin Way, responsable de la puesta en escena. Way fue asistente de David McVicar durante la creación del montaje de Adriana Lecouvreur en el Covent Garden, en su estreno. Desde entonces dirige sus reposiciones, y lo hará por décima vez en el Teatro Real. 

La escenografía, concebida por Charles Edwards, recrea un teatro de madera del siglo XVIII que gira y se transforma en cada acto, unas veces estamos en bastidores y otras en una obra dentro de una obra. “La maravilla de esta producción es que hace con esta obra lo que es, un homenaje  al teatro. Incluso a sus partes más artificiosas del teatro terminan siendo increíbles”, afirma el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch. “Qué mejor ópera que una que rinde homenaje al teatro para abrir la temporada”, añade.

La ópera tendrá trece funciones hasta el 11 de octubre, una de las cuales (28 de septiembre) será retransmitida en directo en plazas, auditorios, museos y centros culturales de toda España.

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