Hay algo en la iglesia que recuerda a la primera temporada de ‘True Detective’. Serán los coloridos y siniestros grafitis, la cruz de cinco puntas dibujada en el suelo, las paredes desconchadas o los desperdicios de todo tipo desperdigados por aquí y por allá. Serán esas enigmáticas cintas de colores en el ábside de la nave principal, la pila bautismal tirada en el suelo, el manual de oposiciones para técnico de Hacienda que yace medio quemado en la puerta o la leyenda escrita en el altar mayor: “Fue un día cualquiera su padre”.

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