Ninguna de las señales que ha emitido Carles Puigdemont hasta la fecha le permiten al Gobierno ser optimista de cara a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2025. Las votaciones en el Congreso y las declaraciones de Junts apuntan al ‘no’ en la decisión definitiva, pero Puigdemont tampoco ha querido romper definitivamente los puentes.

Jugando, como siempre en el alambre, el líder de Junts ha aceptado sentarse a hablar en Suiza con los negociadores del PSOE, comandados por el secretario de Organización socialista, Santos Cerdán

El representante del PSOE llegó a Ginebra este viernes para encontrase con el secretario general de Junts, Jordi Turull, y la portavoz en el Congreso de los Diputados, Míriam Nogueras. Ninguna de las partes ha revelado si las conversaciones mantenidas han dado los frutos deseados, aunque Puigdemont dio a entender en la red social X que su partido no apoyará el techo de gasto en la próxima semana.

Las reuniones en Ginebra, en presencia de un mediador internacional, comenzaron en diciembre de 2023 mientras se negociaba la Ley de Amnistía. Sin embargo, esos encuentros se habían interrumpido el junio pasado, coincidiendo con las negociaciones entre el PSC y ERC para acordar la investidura de Salvador Illa

La proclamación del socialista como president el mismo día que Puigdemont protagonizó una tocata y fuga en Barcelona terminó por dinamitar las relaciones. Pero esta semana se antoja fundamental si el PSOE pretende aprobar los Presupuestos y ambas partes, al menos, han aceptado seguir negociando

El jueves se votará en el Congreso la aprobación del techo de gasto, que sirve de base para sacar adelante los PGE, y Sánchez necesita de Puigdemont para ello. “Nuestro voto en relación con el techo de gasto no se decidirá con el objetivo de estabilizar o desgastar sino en función de lo que existe en la mesa de negociación para este caso concreto”, escribió el expresidente catalán en un mensaje en X.

 El líder independentista respondía a una información que afirmaba que Feijóo se abría a “negociar con Junts y PNV para desgastar al Gobierno”. Y Puigdemont respondió que su intención no es “dar estabilidad ni desgastar a nadie”, sino “defender Cataluña y los intereses de los catalanes”. 

Es decir, que golpea con una mano y suaviza con la otra. Porque, a continuación señalaba que quien les “ayude” tendrá su apoyo, “sea para gobernar, sea para hacer oposición”. “Quien haga lo contrario o quien nos engañe (o maree la perdiz), que no cuente [con ellos], matizó. 

Mismo texto, otra votación

Junts ya tumbó el julio la senda de déficit presentada por el Gobierno y advirtió de que no modificaría su voto si no había cambios en el texto. Ahora el Consejo de Ministros ha vuelto a aprobar el mismo documento sin introducir ninguna modificación, aunque el PSOE espera que Puigdemont pueda cambiar de opinión. 

Lo que hayan negociado Santos Cerdán con Puigdemont en Suiza, de momento, queda en el fuero interno de sus protagonistas. Porque más allá de confirmaciones veladas de la reunión, ninguna de las partes ofreció ninguna información.

El ministro para la Transición Digital y la Función Pública, Óscar López, dijo a su llegada al Festival de Cine de será su partido «el que confirme o no las reuniones que se produzcan y dé cuenta de ellas».

En anteriores ocasiones ambas partes han llevado estas citas de forma discreta y apenas han ofrecido detalles sobre ellas.

Presión por la Amnistía

El último aviso de Junts se produjo el pasado martes con el giro a última hora de la formación independentista, que votó en contra de la ley para regular los alquileres temporales que el Gobierno contaba con sacar adelante. Es sólo el último choque de los muchos que han protagonizado socialistas y posconvergentes en las últimas semanas, con motivo del traspaso de las competencias a Cataluña en materia migratoria o la aplicación de la Ley de Amnistía. 

Porque ahí, radica la madre de todas las cuestiones, según fuentes de Junts. Puigdemont es consciente de que necesita a Sánchez para presionar a los jueces y conseguir que le apliquen la medida de gracia. 

La segunda fuga de Barcelona del pasado agosto no hizo más que empeorar las cosas con la Justicia y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció que algo así «no se volverá a repetir».

Pero más allá de que el líder independentista permita mantener en pie la legislatura, tampoco eso le garantiza a Sánchez contar con él para aprobar leyes clave para el Ejecutivo.

Así, Puigdemont vuelve a tener en sus manos el devenir del Gobierno. Y lo hace, fiel a su estilo, sin dar un portazo, sino manteniendo la incertidumbre hasta el último momento. Sólo así espera conseguir contrapartidas. Y también así sigue forjando su relato del hombre capaz de cambiarlo todo en el último minuto

Críticas de ERC

Mientras, en ERC, inmersos en plena batalla interna por su renovación, le reprochan a Junts que voten con el PP y Vox para “castigar” al Gobierno, como ha ocurrido con el tema de los alquileres o con la senda de déficit. “Es posible que piensen que cuanto peor, mejor para Cataluña”, afirmó este sábado la diputada de ERC Pilar Valluguera en RNE.

Sánchez tiene la difícil misión de convencer a ERC y Junts de que se sumen a un mismo acuerdo, cuando los dos partidos se encuentran en sendos procesos para renovar sus cuadros y en medio de un enfrentamiento directo entre ambos. La reunión de Suiza es, probablemente, el último intento con Puigdemont antes de la importante votación de esta semana.



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