La elección del nombre del bebé es uno de los momentos clave que viven todas las familias cuando faltan pocos meses para dar a luz. Cada progenitor suele tener una preferencia del nombre que quiere ponerle a su hijo y los abuelos paternos y maternos también tienen algo que decir en el complicado asunto.
La moda suele influir en esta importante decisión que va a marcar la vida de una persona que todavía no ha nacido. Por ejemplo, en España son tendencia los nombres cortos que se pronuncian con facilidad. Las familias quieren que su hijo se diferencie del resto de pequeños de su clase o amigos y le ponen a veces un extraño nombre por diferentes motivos. Hay algunos que siguen la tradición de la familia y le ponen a su hijo el nombre del padre o la abuela.
Algunos son mucho más frikis y quieren llamar a su hijo como un famoso que se ha convertido en su ídolo. Por ello, en nuestro país hay cada vez más Shakiras, Rihanna, Lionel o incluso Ronaldo. Sin embargo, José, Antonio, María y Ana siguen siendo los nombres más utilizados en España con amplia diferencia del resto según los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Entre las diferentes tendencias de nombres en España se encuentra también la monárquica. Llamar a tu hijo como un emperador o rey de la antiguedad aporta una celeridad que el resto de personas no tienen. Aunque este tipo de nombres se han dejado de escuchar en gran parte del país y solo quedan reductos donde hay algunas personas mayores que todavía se llaman así.
Por ejemplo, hay 34 personas en España que se llaman Teodorico. Este rey godo gobernó gran parte de la península itálica durante la época de la invaciones bárbaras y su intervención fue crucial en la transición a la Edad Media. La treintena de Teodoricos españoles viven en Madrid y tienen una media de edad de 64,5 años por lo que hace bastante tiempo que ninguna familia elige este nombre para su hijo.
Teodorico El Grande nació en la actual Hungría, fue rehén del Imperio Romano de Oriente, se convirtió en rey de los Ostrogodos y conquistó gran parte de la actual Italia. A pesar de no ser un bárbaro, respetó las instituciones y costumbres romanas para tener una convivencia pacífica con los habitantes del lugar. Tras su muerte, el reino cayó en manos del Imperio Bizantino.