Los acontecimientos en Oriente Próximo a diario se jalonan con las subidas y bajadas de tensión que registran los teatros de la batalla, con el correspondiente número de muertos y heridos, mayor o menor según cada caso. Es el aspecto visible de un conflicto centenario, aunque a cierta distancia de la trágica contabilidad se mueven hilos y personas invisibles, o cuya labor de campo suele pasar desapercibida. Son los servicios de inteligencia, que desempeñan un papel crucial en las políticas de todos los agentes en tiempos de paz, y en especial en tiempos de guerra, como los que atravesamos desde hace casi un año. Y cuando el conflicto se desarrolla más allá de las fronteras de Israel y de los territorios palestinos ocupados, es el Mosad quien juega sus bazas contra el enemigo, como ha sucedido esta semana.
Los dispositivos que el martes empezaron a explotar en El Líbano y Siria pudieron fabricarse recientemente en Hungría, aunque esto todavía no ha podido confirmarse. El líder húngaro, Viktor Orbán, es un estrecho aliado de Israel, y del primer ministro, Binyamin Netanuyahu, en particular. Ambos comparten una visión del mundo similar, es decir, nacionalista y supremacista, que combate con fiereza cualquier asomo multicultural, y los dos ven el multiculturalismo como una amenaza para su ideal romántico de pueblo. De hecho, Budapest es la capital más comprometida en la defensa de los intereses de Israel ante la UE, lo que sugiere que el Mosad puede contar con cierta libertad para actuar desde allí.
Infiltración en el enemigo
La infiltración del Mosad en organizaciones enemigas no es nueva. Un buen ejemplo es el caso de Abu Nidal, fallecido en 2002, líder de un temible grupo palestino que se conocía por su nombre y que estuvo detrás de una serie de ataques contra dirigentes palestinos moderados partidarios de una solución negociada del conflicto con Israel, mientras que nunca atacó a dirigentes palestinos radicales, y por supuesto jamás atacó objetivos israelís, toda una curiosidad. Existe un libro bien documentado escrito por el periodista e historiador británico Patrick Seale, que estudia el patrón de comportamiento de Abu Nidal y llega a la conclusión de que esa pequeña organización radicalizada estaba dirigida por el Mosad, una opinión que en su tiempo compartieron un buen puñado de líderes de la Organización para la Liberación de Palestina.
Un caso más reciente ha sido el asesinato de Ismail Haniya en Teherán el pasado 31 de julio. El dirigente de Hamás en el exilio fue abatido junto con uno de sus guardaespaldas en una residencia de la capital iraní, cuando se encontraba bajo la protección de la Guardia Revolucionaria iraní. Unos días antes Israel había matado a tres de sus hijos en la Franja de Gaza. La acción del Mosad en Teherán revela hasta dónde pueden llegar las operaciones de los servicios secretos israelís, para los que no parecen existir límites fronterizos.
Los muyahidines del Pueblo
Para ejecutar a Haniya, el Mosad tuvo que contar necesariamente con el apoyo de agentes locales, con toda seguridad iranís. Medios estadounidenses han publicado, citando a funcionarios estadounidenses, que Israel está detrás de la organización de los Muyahidines del Pueblo, un extraño grupo iraní que ha estado basado en Albania durante años y que continuamente actúa contra el régimen de Teherán. Los Muyahidines del Pueblo, integrados por varios millares de efectivos fuera de Irán, y que cuentan con un apoyo considerable dentro del país entre quienes quieren acabar con la revolución islámica. El Mosad y los Estados Unidos estarían financiando este grupo disidente, uno de los más enigmáticos de entre todos los que operan en Oriente Próximo.
En El Líbano, el teatro principal de las explosiones de los dispositivos trufados de explosivos, la presencia del Mosad es considerable, como lo demuestran los precisos ataques que periódicamente lleva a cabo el Ejército israelí con la información que le proporciona el Mosad. La presencia de agentes locales del Mosad en el país de los cedros no es nueva y se incrementó tras la revolución de 1979 en Irán, cuando este país destinó grandes ayudas al Hizbulá libanés, una organización chií aliada de Irán que mantiene en jaque al Estado judío con armas que le proporciona Teherán y que Israel contempla como una amenaza estratégica.
Irán y sus prolongaciones por Oriente Próximo constituyen una amenaza existencial para el Estado judío, al menos según Israel, de ahí que tanto Netanyahu como los demás dirigentes israelís no pierdan ninguna oportunidad de atacar verbalmente a Teherán en todos los foros internacionales. Rara es la ocasión en la que un dirigente israelí no abre su discurso con un ataque a Irán. Pero igual que Irán es el gran enemigo de Israel, lo son también los grupos financiados por Teherán, como los hutís del Yemen, los chiís iraquís, Siria, Hamás y en especial Hizbulá, todos ellos de orientación religiosa chií, con la excepción de los sunís de Hamás. En todos esos frentes el Mosad contraataca aportando al gobierno la información y la ejecución necesarias.
La guerra del Mosad
En los últimos meses, desde el comienzo de la guerra el 7 de octubre, en Israel no ha hecho más que crecer la opinión de que es necesario acabar con Hizbolá de una vez por todas. En este contexto se supone que el Mosad ha reforzado sus operaciones en el vecino país del norte, y la explosión de los dispositivos simplemente confirma esa tesis. En Líbano hay fuertes corrientes opositoras de Hizbulá, especialmente en los sectores más conservadores de la minoría cristiana, pero con toda seguridad el Mosad también cuenta con infiltrados dentro de la misma organización chií, como se infiere de algunas de las operaciones directas contra dirigentes deHizbulá.
El asesinato de Musawi
Un hecho confirma que la presencia del Mosad en Líbano viene de lejos es el asesinato de Abbas Musawi, el anterior secretario general de Hizbulá, muerto en febrero de 1992. Con la información recabada por el Mosad, tres helicópteros Apache dispararon varios misiles contra la caravana de vehículos en la que viajaba Musawi por una carretera del sur del Líbano. Además de Musawi, murieron su esposa y uno de sus hijos de cinco años, así como varios acompañantes. Al frente de Hizbulá, a Musawi le sustituyó un jovencito Hasán Nasrallah, quien continúa siendo su secretario general a día de hoy, 32 años después. Nasrallah dirige Hizbulá desde los escondrijos donde se mete y raramente aparece en público.
Una lección que puede extraerse del asesinato de Musawi es que los grupos de la resistencia suelen disponer de una cantera de aspirantes a altos cargos bien nutrida y que no debería ignorarse. De hecho, Nasarallah ha sido un secretario general mucho más incómodo y beligerante para Israel de lo que fue Musawi, y algo parecido ha sucedido tras los asesinatos de líderes de Hamás en la Franja de Gaza, lo que indica que el trabajo del Mosad y del Shin Bet, los servicios secretos para los palestinos, no conduce al final de la resistencia, sino que a menudo es un trabajo mediante el que se obtienen efectos contrarios a los deseados. Con otras palabras, en esta guerra de permanente desgaste, los servicios de inteligencia son fundamentales, pero a menudo complican la situación.
Éxitos y fracasos
La historia del Mosad está plagada de sonados éxitos, y no exenta de fracasos. Hay consenso en que es la institución de los servicios de inteligencia que ha salido mejor parada del fiasco del 7 de octubre, puesto que sus competencias no incluyen la franja de Gaza, desde donde Hamás, y otras milicias y particulares, atacaron el sur de Israel causando la muerte de unas 1.200 personas, incluidos cientos de soldados y cientos de civiles, en apenas unas horas. Las culpas de lo ocurrido han recaído en especial en el Shin Bet, incluida la unidad 8200 que se encarga de las escuchas y que intercepta las comunicaciones, en particular de los palestinos, pero no solo de ellos. También han recaído las culpas en Aman, los servicios de inteligencia militares, lo que sugiere que en los próximos meses habrá una restructuración a fondo de esos servicios, tanto de Aman como del Shin Bet. La restructuración podría afectar al Mosad.
Lieberman: «Ven demasiadas películas de James Bond»
Uno de los éxitos en la historia del Mosad con mayor transcendencia mediática fue la captura de Adolf Eichmann, ocurrida en Argentina. Eichmann fue llevado secretamente a Israel, juzgado por ser uno de los responsables de la ‘Solución Final’ que pretendía acabar con la población judía de Europa, y ejecutado en 1962. Entre sus sonados fracasos figura el de Eli Cohen, un espía que fue descubierto y ejecutado en Damasco en 1965. A pesar de la presión israelí, que incluyó una petición personal del Papa de Roma, Cohen fue ejecutado en la plaza al Marye de la capital siria y su cadáver nunca ha sido recuperado, probablemente porque los sirios lo movieron varias veces de lugar y ahora nadie sabe dónde se encuentra realmente.
Otro fracaso fue el fallido intento de asesinato de Jaled Mashal, dirigente de Hamás. Un agente del Mosad envenenó a Mashal en Amán 1997. El agente israelí, que había entrado en Jordania con pasaporte canadiense, fue detenido y el escándalo llegó enseguida a todo el mundo. El presidente Bill Clinton obligó a Netanyahu a proporcionar a Jordania el antídoto del veneno y Mashal salvó la vida.
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