La «paz total» diseñada por Gustavo Petro como una hoja de ruta virtuosa para Colombia acaba de tener su peor contratiempo. El primer Gobierno de izquierdas de ese país se vio obligado a suspender días atrás el diálogo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) después de su atentado contra la base militar de Puerto Jordán, Arauca, a 600 kilómetros de Bogotá. La muerte de tres uniformados y más de 25 heridos supone un punto de inflexión e incertidumbre. «La suspensión es, de lejos, el mayor golpe de autoridad del Ejecutivo al que hasta hace unos meses era el proceso estrella de las nueve negociaciones de la paz total del Gobierno Petro», sostuvo el diario El Espectador, de Bogotá. La confianza en su éxito ha sido dañada. El presidente fue a visitar a los soldados hospitalizados y advirtió: «Si el ELN no quiere romper el proceso de paz dígalo. No se silencien, que la paz es para gritarla y la violencia para enterrarla».

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