Con trajes amarillos, rojos y azules, recordando a los colores de la bandera venezolana, estrellas incluidas, un grupo de mujeres del país sudamericano enfila la calle Sor Simona desde Cuatro Cañones con un objetivo. El término de la romería ofrenda a la Virgen de los Dolores, llegarán a la plaza de Don Benito, donde les esperan la parte masculina del grupo para dar un espectáculo de baile y canto, un particular encuentro que sellará un particular hermanamiento entre Venezuela y el barrio de Schamann, en Las Palmas de Gran Canaria, y que estos días vive sus fiestas.
El folclore canario -y el venezolano- y el ambiente festivo se desparramaron ayer por las calles de Schamann. A diferencia de los actos de la mañana, que tuvieron que suspenderse, un total de seis carretas recorrieron el barrio. La romería ofrenda arrancó con un grupo de cabritas y ovejas, algunas de ellas engalanadas con lacitos de colores. Sin duda, estaban preparadas para la ocasión. Tras ellas, parte de la corte real enfiló la calle Sor Simona.
Componentes del grupo venezolano que participó en la romería de Schamann. / José Carlos Guerra
«Lo que queremos es dar a conocer nuestro folclore, integrarnos en la cultura canaria y que haya un intercambio», resaltó Daisy Peña Medina, presidenta del grupo Danzas y Expresiones de Venezuela. Nacieron en 2008 y la mayoría de los componentes residen en Ciudad Alta. Tras el duro parón de la pandemia, apunta Daisy, han retomado ahora con fuerza las actuaciones, «ya hemos pasado por Los Giles, Valsequillo, Caideros de Gáldar y ahora en octubre iremos a La Palma». En su caso, lleva 35 años en el barrio y gran parte del colectivo lleva en Schamann desde hace al menos dos décadas.
Joropo, golpe tocuyano o gaita tambora son algunos de los bailes tradicionales de su país que suelen interpretar, a veces con diferente indumentaria. Aunque en esta ocasión van todas ataviadas «con el traje oficial». «Al final es dar a conocernos, los canarios fueron para allá y ahora estamos de vuelta», indica Maite Sánchez, cuya hermana Josefina es la integrante del grupo que menos tiempo lleva en la isla, un mes.
Homenaje a Raquel Montero
Pero no todo fue cosa de venezolanos, claro está. Tras ellas, en la carreta de Los amigos de Raquel Montero, Marianela Caballero prepara un plato con dulcitos y huevos duros para repartir entre el grupito que acompaña el carro, cargado de manillas de plátanos y otros alimentos. Raquel Montero, indica, «falleció hace tres años y esta es la primera vez que le dedicamos una carreta». Secretaria de la asociación comercial de Pedro Infinito durante «más de 20 años», fue un puntal para organizar cada año la romería, «siempre fue que la que movía todo», resalta Marianela, presidenta de la asociación por ese entonces, «teníamos mucho feeling», recuerda.
Alrededor de la comitiva se unen a Marianela otras personas que la conocieron y la recuerdan como «emprendedora, sabedora, preparada, siempre sabía cómo moverse». Por todo esto, cuentan, tenía que estar presente en la romería de alguna manera. Y es que el paseo romero de Schamann es, sin duda, una forma de reencontrarse con los vecinos y amigos, de hacer comunidad y de dar a conocer lo bueno del barrio. La carreta que iba justo detrás, titulada Los nuevos y vijeos amigos del barrio, daba buena cuenta de ello.
Donde también saben hacer barrio es en el Bar Canayma o la Pizzería La 70, cuyas carretas cerraron el paseo. «Al final esto lo hacemos para los amigos, la clientela del bar», señala Cristo Santana, quien lleva el márquetin del citado bar, quienes presumen de tener «la mejor comida casera de Ciudad Alta». De hecho, tenían montado el chiringuito con sus buenos pizcos, su tortillita, su papas arrugadas y unas lágrimas de pollo con las que no pasaron hambre, «todo son productos caseros del bar», establecimiento que, reconoce Cristo, «son ya como una segunda familia».
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