El presidente del Consejo Intertextil Español (CIE), reelegido recientemente también como presidente de la Asociación de Empresarios Textiles de la Comunidad Valenciana (Ateval), afronta un momento especialmente complejo en un sector que está teniendo que adaptarse con celeridad a las legislaciones impuestas por la Unión Europea en materia de sostenibilidad, y también haciendo frente al impacto que generan las falsificaciones y la competencia desleal. Reclama mayor apoyo de las administraciones.
¿Cuál es el peso del sector textil en el conjunto del Estado?
En el Consejo Intertextil Español representamos a la industria, que ya tiene un peso importante por sí sola, pero si añadimos también la moda estamos hablando del 2,4% del PIB, el 8% de las exportaciones, unas 7.300 empresas, 12.000 millones de euros de producción y 140.000 trabajadores, cifra esta última que se incrementa hasta los 270.000 si añadimos también la distribución. Todo ello nos da como resultado un sector puntero, de vanguardia, con unas necesidades específicas que hay que identificar muy bien, para que continúe siéndolo también en el futuro.
Y es todo este conglomerado el que está representado en el Observatorio del Textil y la Moda, que recientemente mantuvo una reunión con el ministro de Industria, Jordi Hereu. ¿Se podría considerar como una especie de lobi de presión?
El observatorio es un instrumento que creamos hace tres años y, aparte de los representantes sectoriales, también forman parte del mismo empresas tan potentes como Inditex y El Corte Inglés, que son grandes instituciones. Al final, es un organismo que suma la fuerza de todos y que trata de poner encima de la mesa los problemas que nos afectan para intentar conseguir soluciones. Lo que pedimos, a grandes rasgos, es que se tenga en cuenta cara al futuro al sector textil como un ecosistema industrial estratégico dentro de la nueva ley de industria, tal y como lo reconoce la propia Comisión Europea, que nos tiene identificados como uno de los 14 ecosistemas industriales a nivel comunitario.
Uno de los temas abordados en esa reunión y por el que vienen batallando desde hace tiempo es el de la competencia desleal y las falsificaciones…
Lo que necesitamos son reglas de juego comunes para los operadores. Hay demasiada fragmentación normativa en Europa y también en el exterior, cuando lo que resulta necesario es reciprocidad comercial para que no tengamos que jugar en desventaja. Por otra parte, reclamamos un mayor control de lo que entra por aduanas, ya que cada una tiene su sistema de funcionamiento y hay algunas en las que las importaciones entran sin impedimentos pese a no cumplir las normas. Y luego están los productos de menos de 150 euros que se importan en 48 o 72 horas por parte de cadenas de distribución sin ningún tipo de control de producción, ni de normativa, ni de requerimientos, Todo eso nos está haciendo mucho daño.
El sector textil está siendo sometido a muchos cambios normativos, sobre todo en lo que respecta a requisitos medioambientales y de sostenibilidad. ¿Está capacitada la industria para hacer frente a esas exigencias?
Se nos están pidiendo grandes cambios a gran velocidad, sin pensar en ocasiones si eso es técnica y económicamente posible. Y, además, nos encontramos con que esos cambios tampoco están acompañados por el mundo del consumo. Muchas veces, el primer factor que se tiene en cuenta a la hora de adquirir un producto, sobre todo por parte de los jóvenes, es el precio. Hablamos de los grandes consumidores y miran más los precios que otras cuestiones. Queda muy bien el tema de la sostenibilidad y lo natural, pero eso no vende por sí solo. Es por ello por lo que se tendría que desarrollar una campaña muy fuerte sobre esos valores para que de alguna forma se tengan en cuenta, porque de otra manera no conseguiremos los objetivos planteados.
¿A qué les obliga la normativa?
Recientemente se ha aprobado por parte de la Comisión Europea el reglamento del ecodiseño, que nos obliga a la elaboración de productos de larga duración y a su reutilización y reciclaje, de manera que se les pueda dar un segundo uso como artículos de valor, como son los hilos, o puedan ser empleados en la confección de materiales para la construcción o para generar energía. Luego viene la obligación de que no se va a poder tirar producto, habrá que tratarlo con todos los ayuntamientos para que se puedan recoger las prendas en contenedores, al igual que se hace en la actualidad con el cartón, el vidrio y el plástico. Además, su tratamiento, a partir de ahí, es más que complejo, porque nosotros utilizamos diferentes tipos de fibras que tienen diferentes tipos de composición. Las prendas, además, tienen cremalleras, botones y costuras, con lo que se precisará de una maquinaria que esté identificando vía láser, separando prendas y partes de las mismas, y luego triturando y haciendo una selección de los diferentes tipos de materias para que sean tratadas de forma conveniente.
Y eso va a resultar muy complejo…
Tenemos que hacer cosas que sean controlables, técnicamente posibles y económicamente asumibles, que nos den posibilidades y las mismas reglas de juego para todos los operadores del mercado. Que haya igualdad de condiciones respecto a nuestros competidores y que nadie se aproveche de las lagunas que genera esta legislación que pretende aplicarse de forma tan rápida. Porque, claro, si somos tan exigentes con las normativas nos podemos encontrar con que acabemos cargándonos la industria.
Otros temas que preocupan a la industria en general son los relacionados con el mercado laboral. Y, más en concreto, la reducción de la jornada. ¿Qué opinan al respecto?
A nosotros nos afecta como a otros sectores y lo que es una evidencia es que, a medida que se vaya aplicando y cuando mayor sea la reducción de la jornada, también van a ser más elevados los costes para las empresas. Al final lo que no queremos es que haya condiciones muy diferentes respecto a otros países. Cada vez nos ponemos en una posición peor, dado que somos de los países que pagamos una de las cotizaciones sociales más importantes de Europa. Lo que no puede ser es, por un lado, tener convenios colectivos y, por otro, en paralelo, imponer condiciones. Resulta evidente que no nos encontramos en una libertad de negociación como quisiéramos con la Administración y con los sindicatos, de tú a tú. También, y por cerrar este tema, nos preocupa el incremento del absentismo laboral, que en los últimos dos a tres años ha crecido mucho, superando los niveles anteriores a 2019. Hay que buscar soluciones y ver un sistema que funcione a través de la colaboración con las mutuas de accidentes de trabajo.
Da la sensación de que no están demasiado conformes con el apoyo que reciben de la Administración.
Después de lo sucedido durante la pandemia de covid, se nos dijo que se iba a apoyar a los sectores relevantes y estructuralmente importantes para no tener que depender de terceros países en productos de primera necesidad, como las mascarillas y las prendas sanitarias. Un ámbito en el que las empresas textiles realizaron un gran esfuerzo volcándose en la elaboración de este tipo de artículos. Pero ese apoyo no lo hemos visto, porque a la hora de la verdad se sigue primando en las licitaciones públicas el precio por encima de la calidad y eso nos impide competir. Es por ello por lo que resultaría del todo necesario una modificación de la ley de licitaciones públicas.
¿Y respecto a los PERTES?
Habíamos pedido un PERTE específico para nuestro sector y, al final, llegó un plan de economía circular que afecta a varias industrias, incluida la nuestra. El problema es que las condiciones son muy exigentes y se piden cantidades de inversión muy elevadas, lo que dificulta que las empresas se puedan acoger a las ayudas.
Uno de los principales problemas que afectan al textil es el reducido tamaño de las empresas. ¿Qué se está haciendo para intentar solucionar este problema?
Es cierto. Necesitamos empresas de mayor tamaño, necesitamos consorcios de cooperación para poder competir, porque cada vez vemos que competir es mucho más complicado. Yo creo que por parte del empresariado hay inquietud y voluntad de abordar el problema, pese a que muchas veces hay cierto individualismo entre los dirigentes. Pero, como en muchas cosas, necesitamos el apoyo de la Administración en forma de incentivos fiscales y ayudas para favorecer estos acuerdos.
Otra de las dificultades a las que se enfrenta el sector es el de la falta de mano de obra. ¿Hay avances en este sentido?
Hay una percepción errónea y anticuada de lo que es el sector textil, una imagen que hace que no resulte atractivo para trabajar y que ahora mismo tengamos bastantes dificultades para encontrar gente con las habilidades necesarias para hacer frente al relevo generacional. Pero las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas, porque las empresas han avanzado a nivel tecnológico y los puestos de trabajo son altamente cualificados. Estamos haciendo esfuerzos a nivel de formación, cursos, prácticas y campañas informativas, sobre la base de que todos los alumnos acaban trabajando. Pero es un asunto en el que todavía queda un camino por recorrer.
«Los elevados intereses lastran el consumo»
- No parece que el textil esté atravesando por su mejor momento a nivel de ventas…
El año pasado no fue bueno y este, si no hay un cambio de rumbo en el último trimestre, también va a ser de cierta debilidad. El problema lo tenemos en el consumo, que está condicionado debido a cuestiones como unos intereses que continúan siendo altos, lo que repercute en los precios de las hipotecas. Así que la gente está priorizando y ahora prefiere gastar en ocio y viajes antes que en artículos textiles. En su momento, en plena pandemia de covid, hubo muchas personas que, ante la imposibilidad de hacer turismo, decidió renovar su vivienda adquiriendo cortinas, ropa de cama y sofás, pero eso ya ha quedado atrás y nos enfrentamos a un panorama incierto.
- ¿Cree que hay perspectivas de cambio?
Estamos en un momento de transición. Esperemos que no haya una recesión importante en Estados Unidos y que, por otro lado, Alemania y Francia, que son los que más están notando la bajada del consumo en Europa, empiecen a recuperarse y tiren del mercado a nivel general.
- ¿Qué acciones está llevando a cabo el sector?
En enero tenemos la feria Textilhogar en Valencia y esperamos que vaya marcando un cambio de rumbo. Nosotros, mientras tanto, seguimos organizando misiones inversas de compradores internacionales y prescriptores y acudiendo a los principales salones a nivel internacional. Es lo que toca tanto ahora como en todos los momentos. Hay que moverse para ampliar mercados.
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