Un informe de Canal 12 reveló que los bíperes que explotaron el martes en diversas zonas del Líbano provocaron heridas a miles de combatientes de Hezbolá, y cada uno fue detonado de manera individual.

Los responsables del ataque conocían con precisión la ubicación de sus objetivos y se aseguraron de que solo los portadores de los dispositivos resultaran heridos. Se evitó que las personas cercanas, como transeúntes, sufrieran daños, según fuentes israelíes y extranjeras.

“Cada bíper fue configurado de manera específica para dirigirse a su objetivo”, explicó una fuente de seguridad extranjera que solicitó no ser identificada. El informe incluyó imágenes de una explosión junto a un puesto de frutas, en las que el portador del dispositivo fue herido, mientras que el vendedor cercano permaneció ileso.

El documento añadió nuevos detalles sobre este ataque sin precedentes, el cual Hezbolá atribuyó a Israel, aunque este no ha confirmado su participación oficialmente. Una fuente señaló que se fabricaron “decenas de miles” de bíperes que no mostraban alteraciones visibles, conservando su apariencia y peso originales. El plan, según el periodista de investigación Ronen Bergman, fue ideado por una joven agente de inteligencia menor de 30 años.

El diseño de estos dispositivos y su llegada a manos de Hezbolá se debieron a las dificultades del grupo para obtener tecnología directamente, debido a las sanciones y restricciones. En lugar de modificar equipos existentes, los dispositivos se construyeron desde cero para evitar sospechas.

El informe también sugirió que Israel pudo haber considerado detonar estos dispositivos en respuesta a los ataques de Hezbolá tras la invasión de Hamás el 7 de octubre. Inicialmente, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se enfocaron en Gaza, pero desde entonces Hezbolá ha continuado atacando el norte de Israel.

Tras el asesinato de Fuad Shukr, un alto mando militar de Hezbolá, el grupo incrementó el uso de bíperes ante el temor de que Israel interceptara sus comunicaciones telefónicas. Canal 12 especuló que las detonaciones recientes se realizaron ante el temor de que Hezbolá descubriera la manipulación de los dispositivos, aunque una fuente afirmó que Israel simplemente decidió intensificar sus acciones contra el grupo.

Amos Yadlin, exjefe de inteligencia de las FDI, declaró que el objetivo era hacer que el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, comprendiera que los ataques contra Israel le acarrearían más perjuicios que beneficios, incluso dentro del propio Líbano. Además, el informe señaló que era preferible que los combatientes de Hezbolá resultaran heridos en lugar de muertos, ya que esto generaría una mayor presión sobre el sistema de salud libanés y sobre el propio Hezbolá.

Una fuente de seguridad destacó que esta operación no era un ataque estratégico y que Israel poseía capacidades mucho más avanzadas, desarrolladas a lo largo de años, especialmente contra Hezbolá e Irán. Estas capacidades no se desplegaron antes contra Hamás, lo que podría haber contribuido al fracaso para prevenir la masacre del 7 de octubre. Hasta el momento, las operaciones en Líbano han sido consideradas de un nivel relativamente bajo.

Por último, Eyal Hulata, exasesor de seguridad nacional, afirmó que miles de israelíes han trabajado durante años en el desarrollo de tecnologías de seguridad, sugiriendo que podrían llevarse a cabo más operaciones similares en el futuro. Hulata subrayó la importancia de que el público israelí sea consciente de estas capacidades, especialmente tras la pérdida de confianza en el sistema de seguridad luego de los fallos del 7 de octubre.

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