El CIS ha vuelto a levantar polvareda esta semana con su barómetro mensual. La diferencia es que el dato que más ha asombrado en esta encuesta de septiembre no ha sido la benévola estimación de voto con el PSOE, sino la tradicional pregunta de cuál es el problema que más preocupa a los españoles. Perdón, aquí viene el primer matiz: la pregunta exacta del Centro de Investigaciones Sociológicas es: «¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?». La respuesta más repetida, en esta ocasión, ha sido la inmigración, señalada por el 30,4% de los 4.027 entrevistados durante la primera semana del mes. En julio ocupaba la cuarta posición con el 16,9%.
Aunque no tardaron en reaccionar quienes vieron en este dato la confirmación de sus tesis sobre la necesidad de endurecer la política migratoria, también emergieron de inmediato quienes recetaron cautela en las interpretaciones porque la respuesta está plagada de condicionantes que ayudan a explicarla.
Una corriente de fondo
En un estudio que hizo el CIS en junio sobre desigualdades y tendencias sociales, dos de cada tres españoles (66%) sostenían que los dos conflictos más fuertes en estos momentos en la sociedad española se dan entre los empresarios y los trabajadores y entre los inmigrantes y los nacidos en España, y un 60% pronosticaba que este último choque seguirá existiendo dentro de 10 años. A eso hay que sumar que la tendencia al alza en el CIS de la inquietud por la llegada de extranjeros a España es real: tras caer a mínimos durante la pandemia, empezó a repuntar en 2022 y, con leves altibajos, desde entonces no ha dejado de crecer. Pero varios factores coyunturales y el contraste con otros sondeos obligan a relativizar la conclusión fácil de que los españoles ven la inmigración como un problema.
El marco mental
Volvamos un instante a la pregunta textual del CIS que citábamos al principio. En ella, el encuestador insta al encuestado a enumerar tres problemas por orden de preocupación y luego extrae una media ponderada del total de respuestas de cada problema. De hecho, la inmigración no fue el problema más mencionado como principal (lo fue los «problemas políticos en general«), pero sí como segundo y tercero, lo que hizo que el promedio se elevase hasta el 30%. En julio, aparecía por debajo del sexto lugar en los tres casos. Otro factor de peso es el marco mental que provoca el contexto informativo: las llegadas de pateras y el pulso por la gestión de los migrantes, especialmente enconado en agosto, influyen sobremanera a la hora de percibir cuál son los problemas del país.
Las llegadas de migrantes a España aumentaron un 66% en el primer semestre del año, y de las 31.155 personas que arribaron, dos de cada tres lo hicieron a Canarias. Esas imágenes que copan los medios pesan en la retina de los ciudadanos. De hecho, el patrón se repite: los anteriores picos de inquietud por la inmigración se dieron en 2018 y 2019, en ambos casos también en septiembre, porque durante el verano se dispararon las llegadas de extranjeros en situación irregular, aunque el porcentaje de preocupados se quedó entonces en la mitad que ahora (16%). Pero incluso el 30% actual es aún la mitad que el mayor pico de inquietud: el 60% que se dio tras la grave crisis de los cayucos en 2006.
Sobre el marco mental, varios especialistas demoscópicos han denunciado el «sesgo» del cuestionario del CIS, que antes de llegar a la pregunta sobre los problemas del país interrogó a los encuestados si creían que «las desigualdades existentes entre los países pobres y los países ricos son una de las causas que explican el aumento de la población inmigrante en países como España». Y junto a esta había otras cuatro preguntas relacionadas con las desigualdades sociales antes de la pregunta de marras.
Un problema más general que particular
Si las preguntas anteriores podían condicionar la percepción del entrevistado, la pregunta que el CIS hizo justo después relativiza la preocupación real por la inmigración. «¿Y cuál es el problema que a usted, personalmente, le afecta más? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?». Ahí el porcentaje cae al 13,7% y pasa a ser la quinta inquietud de los españoles. Apenas un 4% de los encuestados la cita como primer problema personal. Eso significa que, aunque en el imaginario colectivo esté muy presente, el impacto negativo del auge de migrantes sobre la vida de los ciudadanos es muy bajo, a diferencia de lo que ocurrió, por ejemplo, cuando estalló el covid, problema que encabezó ambos ránkings durante muchos sondeos. Igual que suele pasar con el paro y los problemas económicos. Si nos asomamos a otra encuesta reciente, el último Eurobarómetro reflejaba en abril que el porcentaje de españoles que citaban la inmigración como problema (14%) se quedaba por debajo de la media de la UE (16%), como sucede desde 2010, cuando cayó en picado tras haber tocado techo en 2007 (36%).
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