Poco tiene que ver el primitivo rodamiento que ideó Leonardo da Vinci hace 500 años con los complejísimos transmisores de movimiento que sirven a la industria automotriz y eólica en el siglo XXI. Hoy, estas piezas que permiten la rotación de la rueda de un camión durante más de un millón de kilómetros o el giro de la turbina de un aerogenerador de 200 metros de altura se fabrican con una tolerancia al error más pequeña que un cabello, lo que garantiza precisión y fiabilidad. No es una exageración, sino la seña de identidad de la multinacional aragonesa Fersa, referente mundial en el ensamblaje de estos componentes que, pese a registrar un crecimiento exponencial, mantiene su cuartel general en la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza).
Allí cultiva con mimo el jarrón de sus esencias: calidad productiva hasta el máximo detalle, innovación, garantías para el cliente y un equipo humano al que debe la supervivencia una compañía que nació como empresa familiar, sobrevivió como cooperativa laboral y renació a principios de siglo para convertirse en una multinacional que factura más de 200 millones de euros, vende en los cinco continente y se expande con fábricas en China y la India.
Clientes prémium
Fersa ha pulido las mil y una formas de sus rodamientos, pieza clave en la industria de hoy. Solo en sus instalaciones de Zaragoza, la compañía fabrica 1,6 millones de rodamientos para vehículos medianos y pesados, a los que se unen sus fábricas de Austria, China y la India como parte de un plan de expansión que la sitúa al pie del cañón en los cinco continentes. Con orgullo llevan la seña de ser proveedores de marcas prémium como Mercedes (a través de Daimler), MAN, el grupo ZF y el gigante chino SAIC, entre otras, tanto en el mercado de equipos originales como de piezas para recambios. Fuera de la automoción, las fábricas del continente asiático tienen capacidad para ensamblar engranajes de casi dos metros para los aerogeneradores que abastecen de energía verde al mundo, con clientes como Siemens y ABB.
Los orígenes de esta empresa con pedigrí se remontan a los años 40 del siglo pasado, cuando nacieron al albur de la posguerra dos talleres familiares en Zaragoza (Talleres Abad y Sánchez y AJR Rodamientos), que terminaron por fusionarse en 1968 para dar lugar a Fabricantes Especiales de Rodamientos SA, Ferdsa. Tras años de crecimiento, las sucesivas crisis comenzaron a acechar a la empresa hasta ponerla al borde del precipicio en los 80. Fue en aquel momento en el que 44 de sus trabajadores, con Isaac Tomás al frente, dieron un paso adelante para echar a rodar una sociedad anónima laboral que logró dar viabilidad a la compañía hasta que un fondo de capital aragonés (Going Investment) tomó las riendas en 2002.
En 2011, la dirección de Fersa decidió emprender la aventura internacional. La primera apuesta fue China, con la apertura de una fábrica en Jiaxing, que suma hoy 250 trabajadores, seis líneas de fabricación, oficinas, almacenes y laboratorios con tecnología avanzada. «Fuimos a China no a deslocalizar la industria, sino a competir con los fabricantes chinos y aprender», señala el CEO de Fersa, Rafael Paniagua, que acaba de tomar las riendas de la compañía en plena expansión de la multinacional.
Expansión internacional
Asia fue solo el primer paso de un crecimiento que no ha encontrado freno desde 2016. Fue hace ocho años cuando Fersa adquirió la marca austriaca NKE -especializada en rodamientos fuera del sector de la automoción-, lo que hizo crecer al grupo en el corazón de Europa y supuso el primer golpe sobre la mesa en materia de crecimiento inorgánico. El año pasado, la firma aragonesa formalizó la adquisición del 70% del accionariado del grupo indio Delux Bearings, que suma dos fábricas y una fuerte presencia en la nación.
En 2022 dio el gran salto a América, aunque solo en el apartado comercial, con la compra de la estadounidense PFI, que sumaba varios almacenes logísticos con las filiales de EEUU, Chile, Brasil, México, Colombia, Chile, Bolivia y Argentina. «Estamos estudiando una localización para iniciar la actividad fabril. Tenemos una descompensación entre la presencia comercial y la industrial, y es algo que vamos a estudiar para el plan estratégico hasta 2030», explica el directivo.
Sin embargo, Zaragoza es el corazón de la compañía. No se contempla la posibilidad de una deslocalización, pese a que no les cuesta reconocer que existe una competencia «feroz» con los países asiáticos, donde es más barato fabricar. No obstante, la compañía acaba de inaugurar Fersa Lab, un centro de innovación y desarrollo de materiales para estudiar el comportamiento de sus rodamientos en condiciones extremas, entre otras cuestiones. A ese nuevo edificio han mudado sus oficinas centrales, ubicadas junto a la fábrica y el almacén logístico de Zaragoza.