Huérfanos tras el silencio, de RTVE. / RTVE

Comprendo a quienes afirman que estamos huérfanos de buena televisión en abierto. A esos espectadores que hace tiempo se refugiaron en las plataformas de pago y se desentendieron de las cadenas convencionales; a quienes ya no consultan las páginas de la programación porque perdieron el hábito o, por su corta edad, nunca lo tuvieron. Les comprendo, pero no comparto su criterio. No saben lo que se pierden. Literalmente. No lo saben porque no han buscado, no han separado el grano de la paja y no han descubierto los tesoros escondidos que esconde la programación en abierto al alcance de todos.

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