Cada pedazo de información revelado sobre los ataques del Líbano parece sacado de una película de Hollywood. Pero aquí, el olor a sangre es real y ya son casi una cuarentena de familias las que han perdido a sus seres queridos. Ningún nuevo giro de guión se los devolverá. Los dispositivos electrónicos que explotaron, buscapersonas el martes y ‘walkie talkies’ el miércoles, fueron supuestamente fabricados por la inteligencia israelí, según han confirmado fuentes de seguridad a ‘The New York Times’. Estos agentes hebreos habrían usado al menos tres empresas fachada para encubrir la operación, como la empresa húngara BAC consulting que supuestamente distribuyó los dispositivos a Hizbulá bajo la firma de la empresa taiwanesa Gold Apollo.
A las tres y media de la tarde del martes, los buscapersonas empezaron a sonar al unísono. Sus dueños estaban en casa, en el supermercado, en la calle, o circulando en coche o motocicleta. Tras unos pitidos que duraron unos segundos, y que a algunos les permitieron acercarse el dispositivo a los ojos para leer el mensaje, estalló. Al final del día, al menos una docena de personas habían muerto y más de 2.700 heridos colapsaron los hospitales libaneses. Algunos de los que sobrevivieron han quedado mutilados o ciegos. Al día siguiente, otros 25 libaneses perdieron la vida cuando los ‘walkie talkies’ empezaron a explotar misteriosamente. Gran parte de los afectados eran miembros de Hizbulá, pero muchos otros no. La pequeña Fátima, de 9 años, perdió la vida cuando, al sonar el busca sobre la mesa de la cocina, se lo acercó a su padre y le explotó encima, manchando todas las paredes de sangre.
Pese a la experiencia previa, el ataque del día siguiente fue más letal. Los ‘walkie talkies’ que portaban los miembros de Hizbulá eran casi tres veces más pesados que los buscapersonas que detonaron el día anterior y podrían haber contenido más explosivos, según un análisis de las pruebas visuales realizado por el medio estadounidense. Aunque las explosiones no fueron tan generalizadas el miércoles, provocaron incendios mayores que hasta calcinaron vehículos. Israel aún no ha reconocido –ni tampoco negado– la autoría del atentado, que ha causado el mayor número de víctimas mortales desde el inicio de los enfrentamientos el 8 de octubre, y que no ha provocado la condena de ningún país occidental.
Secreta unidad de guerra cibernética
“Doce funcionarios de defensa y de inteligencia, actuales y antiguos, que fueron informados sobre el ataque, afirman que los israelíes estaban detrás de él y describen la operación como compleja y de larga preparación”, explica el ‘The New York Times’. A medida que el grupo libanés ganaba conciencia del peligro que entrañan los teléfonos móviles, vulnerables al espionaje hebreo, Israel optó por establecer una empresa fantasma que se hiciera pasar por un productor internacional de buscapersonas. La llamó BAC Consulting, puso su sede en Hungría y fue contratada para producir los dispositivos en nombre de la firma taiwanesa Gold Apollo. Los oficiales de inteligencia consultados por el ‘The New York Times’ afirman que se crearon al menos otras dos empresas fantasma para ocultar la verdadera identidad de las personas que produjeron los buscapersonas: oficiales de inteligencia israelíes.
Aunque BAC atendía a otros clientes, los buscapersonas que hizo para Hizbulá se fabricaron por separado y contenían baterías cargadas con el explosivo PETN. Este tipo de explosivo es muy difícil de identificar. A partir del verano del 2022, los buscapersonas empezaron a enviarse al Líbano en pequeñas cantidades. Fue gracias al propio activismo en contra de los teléfonos móviles del líder de Hizbulá, Hasán Nasrallah, en febrero de este año que la producción aumentó. Entonces, Nasrallah denunció que “el teléfono que tienen en sus manos, en las manos de su esposa y en las manos de sus hijos es el agente” israelí que les espía. “Entiérrenlo, pónganlo en una caja de hierro y ciérrenla”, pidió a sus seguidores. Eso permitió la entrada masiva de diminutos caballos de Troya que provocarían el mayor ataque de ciberseguridad de su existencia.
Mientras, lejos de las fronteras ensangrentadas, muchos se deshacen en elogios hacia la excepcional operación de la inteligencia israelí, la letal agresión ha vuelto a poner bajo el foco a la unidad secreta de guerra cibernética 8200 de Israel. Tan vieja como el Estado hebreo –desciende de las primeras unidades de inteligencia y descifrado de códigos formadas en 1948–, es, en la actualidad, la unidad militar más grande de las Fuerzas de Defensa de Israel. Además de espiar a los palestinos en la Cisjordania ocupada y la Gaza bloqueada, opera en zonas de combate y en tiempos de guerra es ampliamente usada por el cuartel general del comando de combate. Está integrada por jóvenes de entre 19 y 20 años, que funcionan como una empresa startup. Algunos de ellos son identificados en programas de escuelas secundarias altamente competitivos, para después seguir sus carreras en el floreciente sector de alta tecnología y ciberseguridad de Israel.