La composición de la Comisión Europea que ayer presentó Ursula von der Leyen es fiel reflejo de algunas de las nuevas realidades europeas. De la mayoría conservadora, trasladada al colegio de comisarios, pero también del mantenimiento de las grandes mayorías transversales que siguen incluyendo a las fuerzas que han impulsado la construcción europea. La prosperidad de un bloque que pierde competitividad frente a EEUU y China, la seguridad, la defensa de la democracia, el compromiso con la transición verde y la digitalización, mencionadas por la presidenta, son prioridades calculadamente genéricas para dejar la puerta abierta a una amplia variedad de sensibilidades, incluso la derecha extrema pero dispuesta a desvincularse de los proyectos de los Orbán y Le Pen, con Raffaele Fitto, un conocido adversario de ahondar en la integración europea y designado vicepresidente y comisario de Política de Cohesión, Desarrollo Regional y Ciudades.

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