La asamblea del PSOE de El Campello que resolvió quién ha tomado las riendas de la agrupación deja varias certezas y pocas incógnitas. Es notoria la nula relación entre los dos candidatos, Raquel Marín y Vicent Vaello, que no solo no lo ocultan, sino que no les importa pregonarlo a quien quiera escucharles. «Está rota» o «hace tiempo que no hablamos» afirman tranquilamente una u otro cuando se les pregunta.
Dos aspirantes que se quedaron en uno porque el concejal se bajó del carro en el último momento y retiró la lista: según él por «irregularidades» en el proceso de constitución de la asamblea; según la vencedora, porque el batacazo iba a ser de campeonato.
Cuarenta votos, cuarenta militantes que acudieron a la urna en las tres horas que estuvo abierta. El censo apenas era el doble, 85, en una agrupación que se desangra y no ha dejado de perder afiliados en la misma medida que se acrecentaba la crisis interna. Tres gestoras en cinco años, todo un récord en cualquier agrupación, es demasiado peso para una mochila socialista que se rompe a jirones.
Mientras Vaello recordaba que era la votación que menos participación había tenido en los últimos años, Marín se venía arriba y aseguraba que ni siquiera habían tenido que hacer un llamamiento porque la victoria estaba en la saca, pero que contaban con muchos más votos en la recámara.
Sin entrar en si esta batalla la ha ganado Alejandro Soler o la ha perdido Ángel Franco, a los militantes y a los votantes del PSOE lo que les importa de verdad es si hay un proyecto de futuro, como el que se encarga de vender una y otra vez Marín en cada discurso. «Comenzamos una nueva etapa, con ganas de trabajar», con una nueva ejecutiva en la que ha armado un equipo que aúna a gente joven y con experiencia, pero «sobre todo con una sólida ideología de partido». No está mal para templar los ánimos el mensajito para su predecesor en el cargo.
El concejal se fue a todos los órganos del partido que pudo, no le quedó ni uno, al provincial, al nacional y al Federal, para que le escucharan con sus 105 folios de denuncias, irregularidades y tropelías varias cometidas por la gestora. ¿Cuánto tiempo se va a tomar Ferraz antes de abrir el cajón y sacar la carpeta? Prisas, las justas.
Y uno de los grandes interrogantes que dejó la asamblea del PSOE campellero es qué va a ocurrir ahora con la portavocía del grupo. ¿Qué hacemos con este sapo? Marín ganó las elecciones y es la nueva líder del PSOE, pero el portavoz municipal es Vaello. Ya no llama la atención en los plenos que haya dos ediles socialistas que se abstengan en un punto y otros dos que voten en contra, las caras de póquer del primer día del resto de grupos de la corporación han pasado a la normalidad.
La comisión ejecutiva es la que tiene la potestad de elegir a su portavoz, rezan los estatutos del partido del puño y la rosa e insisten en recordar los vencedores, así que la silla que ocupa Vaello no es que se esté moviendo, es que él se está cayendo ya de ella. «Estoy dispuesto a dejar de ser el portavoz, pero que hablen conmigo, dice él con la boca pequeña mientras se acerca el pleno.
Es una medida que no puede esperar más, no tiene ningún sentido que Marín diga que el objetivo es ganar las elecciones municipales de 2027 -misión imposible a fecha de hoy, con apenas cuatro ediles en los últimos comicios frente a los ocho del PP, y lo que es todavía peor, con lo que parece un techo de votantes socialistas- y que quién esté llevando la voz cantante en el pleno sea Vaello y a ella ni se le escuche. Así, proyección cero.
El líder caído ahora recita que es «un hombre de partido, estoy a su disposición», pero no dio su brazo a torcer, no quiso ver que los apoyos iban saltando del barco a la deriva en que se ha convertido la agrupación campellera. ¿Lo enderezará Marín? Si echamos la vista atrás, una ojeada al pasado, tiene trabajo por delante, pero a veces ni así se consigue.
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