Podemos entra en la carrera por situarse como alternativa al PSOE ante la extrema debilidad de Sumar. La formación ha abierto una guerra de desgaste contra el Gobierno en este nuevo curso parlamentario, que está marcado por la dificultad para conformar mayorías y la sequía legislativa de Pedro Sánchez. Las dificultades para aprobar los Presupuestos Generales de 2025 llevan a Podemos a contemplar la posibilidad de un adelanto electoral el próximo año y a prepararse para este escenario. En esta clave, el partido se esfuerza en exhibir sus diferencias con los socialistas y en remarcar posiciones propias para volver a ser el principal actor a la izquierda del PSOE.
Podemos es consciente de que todas las propuestas del Gobierno deben contar con el apoyo de sus cuatro diputados, imprescindibles para la mayoría de investidura, y está dispuesto a hacer pagar un alto precio. Este mes de septiembre se ha producido un importante salto cualitativo en el tono, mucho más duro, con ataques directos al Ejecutivo que no ahorran en calificativos.
Uno de los elementos más llamativos del nuevo discurso es la búsqueda de confrontación directa con el Partido Socialista, al que no dudan en equiparar con el PP. Una forma de agitar el fantasma del bipartidismo con el que el partido de Pablo Iglesias llegó a cosechar en 2015 tres millones de votos.
Las referencias a Sumar o a Yolanda Díaz son, en cambio, inexistentes. Los morados han optado por ignorar sistemáticamente al socio minoritario de coalición, en una manera de exhibir su desdén hacia el papel que ocupan dentro del Consejo de Ministros. Y lo hacen empleando una referencia única al «Gobierno», equiparando a Sumar con el PSOE para ahondar aún más en la debilidad de Díaz, que desde ha afrontado serias dificultades para lograr visibilidad desde que arrancó el Ejecutivo, y cuyas propuestas han sido sistemáticamente frenadas por el ala socialista.
«Cubrir ese vacío»
El coportavoz de Podemos, Pablo Fernández, se prodigó en críticas este lunes hacia un «Gobierno incapaz de aprobar una sola mediad para los problemas de la clase trabajadora», que a su juicio «está haciendo políticas de derechas». «Para colmo tenemos que sufrir como el presidente de gobierno como sus ministros intentan hacernos creer que el país funciona de una manera idílica (…). El Gobierno está absolutamente fuera de la realidad. Es un auténtico delirio«, zanjó el dirigente.
El también secretario de Organización de Podemos aprovechó la habitual rueda de prensa de los lunes para lanzar advertencias sobre el «vacío» que el actual Gobierno de coalición estaba dejando en la izquierda, un espacio que los morados están ahora dispuestos a reconquistar.
«La mayoría social está desamparada«, comenzó Fernández, que acusó al Ejecutivo de «tirar la toalla». «Es un gobierno atrincherado, a la defensiva, que no solo no resuelve los problemas sino que está generando un nivel de desencanto y desapego que pone una alfombra roja al PP».
«Para este PSOE ya está el PP», defiende el secretario de Organización de Podemos
El dirigente morado no ocultó la intención de Podemos de «cubrir el vacío» en la izquierda, y reprochó a los socialistas su rechazo sistemático a sus propuestas en el parlamento. «Cuando llevamos alguna propuesta [al Congreso] el PSOE se une sistemáticamente al PP y Vox para situarse en contra. Si el PSOE ha decidido situarse al lado derecho del tablero, que no impida al menos debatir nuestras iniciativas para cubrir ese vacío«, censuró Fernández. «Para este PSOE ya está el PP», abundó.
Sobre la próxima negociación presupuestaria que se abre en el Congreso, Podemos ha evitado por el momento poner sobre la mesa su lista de exigencias, «a la espera de saber si la negociación va en serio o es puro teatro, una mera escenificación más a las que nos tiene acostumbrado Pedro Sánchez, que más que un Gobierno parece que tiene una productora cinematográfica».
El papel de Irene Montero
Con sus referencias -y la falta de ellas- Podemos busca cuestionar la capacidad de Sumar de mover a los socialistas, pero también reivindican así la presión que logró hacer Podemos en la anterior legislatura, con duros pulsos dentro de la coalición. Esto se ha vuelto también un elemento habitual en su discurso, donde el partido de Irene Montero reivindica su utilidad, en contraposición con el papel que ahora ocupa Yolanda Díaz.
El mayor pulso del partido dentro del Consejo de Ministros llegó de la mano precisamente de la exministra de Igualdad morada, que negó la existencia de errores en la ley del sí es sí tras la cascada de rebajas penales a agresores sexuales condenados. Un episodio que llegó a desgastar la relación entre ministros y que llevó a la salida de Montero del actual Gobierno. La defensa de Montero, que fue excluida de las listas primero y del Consejo de Ministros después, fue la causa principal para la ruptura de Podemos con Sumar, que después derivó en la competición en las elecciones europeas del 9 de junio.
Y si Montero fue la causa de la ruptura, ahora aspiran a que sea también el principal elemento para ganar terreno a Sumar. Desde su escaño en el Parlamento Europeo, la exministra ha tratado de paliar el desgaste sufrido en los últimos años y ha emprendido una campaña de imagen para amabilizar su figura a través de las redes. Dentro de Podemos, se exhibe como una víctima que ha tenido que «pagar» el peaje de las «transformaciones sociales». Una figura de resistencia que, desde Europa, no renuncia al protagonismo de la escena nacional.
Todos dan por hecho que, en cuanto se convoquen las próximas elecciones generales, Montero dará un paso para volver al Congreso de los Diputados, volviendo a convertirse en un actor principal para la formación morada. Un papel que podría además traducirse su ascenso orgánico en la asamblea que Podemos prevé en los próximos meses, donde se renovará la dirección y donde está la puerta abierta a ocupar la secretaría general.
Todo esto, en un escenario de reconfiguración total de la izquierda, donde Izquierda Unida avanza en su objetivo de reconstruir puentes con Podemos después de que Yolanda Díaz renunciara a hacerse responsable de las alianzas con el resto de partidos tras el fiasco electoral de junio.