Un policía lo es las 24 horas del día, ya esté de servicio o como en este caso, regresando de viaje junto a su familia. Con su madre de 92 años de copiloto, su mujer, y sus dos hijos, de once y seis años -el pequeño de ellos durmiendo en el asiento de atrás-. Eran las once de la noche cuando este oficial de la Policía Local de Albal observó que delante de ellos, por la autovía A-7, kilómetros antes de la salida de Murcia, circulaba un vehículo en zigzag, golpeándose varias veces contra el guardarraíl derecho.
Inmediatamente dio aviso al teléfono de emergencias 112 y al 062, para dar cuenta de la conducción temeraria de esta persona, que estaba poniendo en peligro su vida y la del resto de usuarios de la vía. Lo cómodo, y más teniendo en cuenta que llevaba a toda su familia en el coche, hubiera sido proseguir su viaje una vez dada cuenta a la Central Operativa de Policía Local(COTA), para que ellos se hicieran cargo, pero ante el riesgo de que pudiera provocar un accidente en el transcurso de que llegaban las patrullas, este policía decidió custodiar el citado vehículo hasta proceder a la detención del mismo una vez se hubo detenido.
Así, tras colocar la luz estroboscópica en el vehículo y aminorar la marcha, se colocó detrás del citado coche para impedir que otros vehículos pudieran adelantarlo y este pudiera golpearlos en uno de sus movimientos laterales, ya que iba de lado a lado. “No podía irme a casa y dejarlo circulando, yendo así iba a acabar matando a alguien”, confiesa José Mesa, con 25 años de servicio.
Su madre de 92 años de copiloto
Su anciana madre, pese a los nervios propios de la situación, le apoyó en su decisión y iba también pendiente de la conducción de este conductor, que como posteriormente se comprobó, circulaba bajo la influencia del alcohol.
En un momento dado el coche, un Renault Megane de color oscuro, tomó la salida a Murcia y se incorporó a la A-30 en sentido contrario. En ese momento, y para evitar males mayores, el policía con las luces y señales acústicas le hizo retomar el sentido correcto hasta que finalmente en una avenida de entrada a la ciudad el conductor detuvo la marcha.
El policía, tras identificarse como tal, le hizo bajar del vehículo y procedió a su detención hasta la llegada de los compañeros de la Policía Local de Murcia, también alertados de este posible conductor kamikaze.
“Agente, somos personas, yo me voy andando a mi casa, no ha pasado nada”, manifestó el conductor, que daba muestras evidentes de encontrarse bajo los efectos del alcohol. En una primera prueba de alcoholemia dio una tasa de 0’84 miligramos por litro de aire espirado. Posteriormente, daría 0,56 mg/l y 0,62 mg/l.
El equipo de Atestados de Murcia se hizo cargo de las diligencias por los presuntos delitos de conducción temeraria y bajo la influencia del alcohol. El detenido es un ciudadano ecuatoriano de unos 40 años.
“Mi familia lo ha pasado muy mal, porque la gente no dejaba de pitar porque no sabían realmente lo que ocurría, pero esta noche hemos salvado vidas”, reconocía el policía valenciano tras prestar este servicio cuando regresaba de visitar a un familiar en un pueblo de Granada.