La detención de los españoles José María Basoa Valdovinos y Andrés Martínez Adasme, tres estadounidenses, un checo y otros ocho individuos, presuntamente venezolanos, ha dejado un reguero de nombres a los que Nicolás Maduro ha señalado como incitadores a la «desestabilización» de Venezuela y potenciales artífices de un complot para asesinarlo. Entre ellos se encuentran numerosos opositores, como la líder María Corina Machado, o políticos exiliados como Carlos Vecchio, Yorman Varillas y Julio Borges.
Este último, expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y diputado por el estado de Miranda entre 2000-2005, 2010-2015 y 2016-2021, no ha tardado ni 24 horas en pronunciarse. Y, al igual que ha hecho el Gobierno de España respecto a la posible vinculación de Basoa y Adasme con el CNI en una maquiavélica urdimbre para acabar con el líder del régimen chavista, Borges ha negado cualquier tipo de responsabilidad o implicación.
«A mí me han acusado de cuantas cosas se les ha ocurrido», asegura en conversación con EL ESPAÑOL desde Madrid, ciudad en la que reside desde que decidió exiliarse en 2021. «Yo ya tengo cinco órdenes de captura. Me han acusado de participar en numerosas conspiraciones. Entre ellas, en una en la que dijeron que iba a pilotar un avión para bombardear Miraflores. En otra, que iba a robar el papel moneda; también me han culpado de la escasez de medicinas. Todo por nuestro papel internacional a la hora de pedir que el mundo acompañe al pueblo venezolano y reconozca a Maduro como lo que es: un dictador que amenaza a todo Occidente«.
PREGUNTA.– ¿Existe una estrategia consciente de señalar a poderes externos para azuzar una suerte de ‘fiebre persecutoria’?
RESPUESTA.– Maduro, desde el 28 de julio, quedó desnudo frente al mundo por su monumental fraude. Así que decidió graduarse como dictador, a lo Corea del Norte, criminalizando cualquier forma de disidencia y fabricando conspiraciones para poder meter preso a todo aquel que piense distinto. Lo importante es que toda esa represión va a generar más contradicciones entre ellos mismos. Va a fracturarlo. Empieza a haber los primeros signos de resquebrajamiento interno.
P.– ¿Pero tienen sentido las acusaciones de espionaje contra un gobierno socialista que ni siquiera ha votado a favor de reconocer a Edmundo González como legítimo vencedor de los comicios?
R.– Lo importante es que el presidente Sánchez se desligue de la agenda de Zapatero, que es la que ha predominado desde el 28 de julio. Sánchez debería tener la postura de Boric. Es el referente que esperamos de la izquierda democrática. Hay que entender que Maduro es un dictador que amenaza a todo Occidente. Y debemos lograr el cambio de Venezuela y que sea de nuevo un referente de democracia y futuro. Irán. Cuba. Rusia. Maduro. Ninguno podrá con el pueblo de Venezuela.
P.– ¿Qué papel cree que juega Zapatero en la ecuación?
R.– Él fue el que armó todo el plan junto a Maduro para exiliar a Edmundo González. Es decir, Maduro fue el policía malo que hostigó a Edmundo, y Zapatero se presentó cómo el policía bueno que lo salvó. Pero ambos son perversos. El presidente Sánchez ahora tiene una oportunidad de oro: corregir el rumbo y contestarle a Maduro en sus términos reconociendo a Edmundo como presidente electo, tal y como lo hizo el Parlamento.
P.– ¿Qué estrategia ha seguido Chávez, y ahora Maduro, respecto a los medios?
R.– En Venezuela ya prácticamente no hay medios. Ni siquiera digitales, porque los bloquean. Ni redes, porque las minimizan. La estrategia en un principio fue cerrar los medios en Venezuela, como fue el caso de Radio Caracas Televisión. Luego pasaron a una segunda fase que fue crear medios de comunicación afines y después comenzaron a utilizar a los corruptos del régimen para comprar otros medios, como fue el caso de Globovision, El Universal y otros.
Borges considera que la estrategia de Maduro de capturar a los dos españoles es una mera cortina de humo para desviar la atención; una estrategia para utilizar rehenes como «fichas de intercambio en una negociación«. No sería la primera vez. «Maduro mete presos a ciudadanos extranjeros para luego negociar con países y doblegar sus exigencias sobre la necesidad de democracia y derechos humanos en Venezuela. Ahora mismo, hay una cantidad de ciudadanos extranjeros detenidos en la frontera con Colombia y se está impidiendo el paso al país a todo extranjero».
El caso de Adasme y Basoa, considera Borges, no es nuevo. «España lo vivió en Cuba con Ángel Carromero cuando la muerte de Oswaldo Payá«. Se refiere al accidente de tránsito que, el 22 de julio de 2012, acabó en Cuba con la vida del líder de la oposición al gobierno cubano y fundador del grupo Proyecto Varela. El coche estaba conducido por Carromero, dirigente de las Nuevas Generaciones del Partido Popular de Madrid, y un tribunal aprovechó el suceso para declararlo culpable de un homicidio imprudente, aunque finalmente logró librarse de la pena y volver a España sin culpa alguna.
«Maduro aprendió de los cubanos la estrategia de capturar ciudadanos extranjeros para utilizarlos como fichas de intercambio en una negociación y debilitar las exigencias de los países con respecto a la necesidad de democracia en el país», continúa Borges. «Ya esto lo hemos visto con Estados Unidos y una cantidad importante de ciudadanos de este país que luego son liberados en procesos de negociación. Maduro quiere secuestrar la posición de España por medio de la interlocución de Zapatero. Él opera no importa quién esté gobernando en España. Pero, mientras, ha habido múltiples casos de españoles venezolanos, como Rocio San Miguel, que sigue detenida arbitrariamente».
Maduro, en tan sólo un año, ha cerrado más de 200 emisoras de radio. «El papel de los medios es fundamental, sobre todo para seguir denunciando los atropellos del régimen y sensibilizar al mundo. Por eso nos preocupa tanto que en Europa algunos medios manejen una línea informativa bastante ambigua con algunos temas de Venezuela. Pero aquí ya no hay medias tintas. Maduro es un dictador y Edmundo el presidente electo de los venezolanos».