Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, junto a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. / EFE/EPA/OLIVIER HOSLET

El recurso tecnocrático de pedir muchos informes tiene plena lógica incluso cuando, como ocurre en los despachos de Bruselas, más bien parece ser un elemento de dilación, como la excusa propia de quien no quiere decidir. Que el informe sea de Mario Draghi es otra cosa. Ya no se trataba de buscar a alguien que definiera el siglo XXI como el siglo de Europa, ni que formulase una vez más la paz perpetua. Desde la crisis del euro, Draghi mantiene el aura del pragmático con objetivos sólidos, con la destreza de operar con realidad y no con abstracciones. Aún queda por ver qué porcentaje de las propuestas de Draghi acaba desplazándose a la acción.  

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