Con tres premios bajo el brazo se fue este domingo Ángel Torga del Certamen de la Escanda de Grado. Y es que, aunque no tiene una panadería profesional, la inestimable ayuda de su familia y la pasión por la cultura tradicional hizo que se llevara a su casa de Nava las preciadas estatuillas de «un rabil». «Un aparato que se usa para pasar el grano de escanda y quitarle la primera cáscara antes de pasarlo a moler al molín», explican los agricultores; y que moldeó para la ocasión la ceramista moscona Esperanza. 

«Lo hacemos porque vaya para arriba esto, que es lo nuestro. Lo hacemos como lo hacía mi abuela», apuntaba Loli Álvarez, familia de Ángel. Desde el stand en la plaza del Ayuntamiento donde vendían sus dulces y bocados salados, explican lo laborioso de la recolección del cereal, «rama a rama» y la aventura de cocer en el horno de leña de casa. «Llevamos desde ayer, todo el día. Mi hermano atizando cada poco, sacando el pan y volviéndolo a meter», detalla Carmen Torga

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