Un funcionario del Ministerio de Exteriores ha denunciado a varios miembros de la embajada española en Mauritania. La denuncia, presentada en los juzgados de Plaza de Castilla, en Madrid, a principios de agosto, se dirige contra la embajadora, Míriam Álvarez de la Rosa, y la canciller, María Jesús Del Pozo Gavilan. Los hechos también se han puesto en conocimiento del Ministerio de Transición Ecológica.
El denunciante trabajó en la embajada en el país africano desde junio de 2023 hasta las mismas fechas de este año. Los hechos denunciados relatan una serie de circunstancias que, sabiéndolas los jefes de la legación española no hicieron nada por solucionarlos.
Según el denunciante, que fue testigo de los hechos, en el recinto donde viven los miembros de la lembajada hay dos piscinas. La primera es de uso privado de la embajadora, mientras que de la segunda pueden disfrutar el resto de trabajadores. Es en esta última en la que se han producido los presuntos delitos.
Durante dos años, desde 2022 hasta este verano, la piscina ha sufrido grandes pérdidas de agua diarias. La fuga era tan grande, que la piscina prácticamente se vaciaba cada día. La solución en la embajada ha sido durante dos años abrir un grifo para rellenarla cada 24 horas. Con el paso del tiempo, la piscina peridó tanta agua que fue necesario sumar agua desde una manguera.
Este periódico se ha ouesto en contacto con Exteriores para saber si tienen conocimiento de estos hechos, si se ha solucionado el problema de la fuga de agua y si se han tomado medidas contra los responsables. No ha habido respuesta.
La piscina se encuentra junto a las residencias de los funcionarios que prestan servicio en la Cancillería. Mide unos 18 metros de largo por nueve de ancho, y la profundidad máxima es de unos 2 metros, recoge la denuncia. El trabajador denunciante calcula que cada día se pierden 14 metros cúbicos de agua, 14.000 litros.
«Los responsables últimos de Embajada de España en Mauritania tienen pleno conocimiento de estos hechos tanto por el tiempo que se vienen produciendo como por las advertencias del personal del mantenimiento interno y externo», se lee en la denuncia. Bajo la percepción del denunciante, los hechos podrían constituir un delito medioambiental y otro de dejación de funciones.
«El grifo lo abría la caciller»
Además de las oportunas comprobaciones, El Independiente se ha puesto en contacto con otro antiguo trabajador de la embajada que ha corroborado los datos presentados en la denuncia. Este segundo trabajador conocía al constructor de la piscina, un empresario español que contrató a obreros locales. Al explicarle la situación, este le dijo que seguramente necesitaría «un rejunto» para solucionarlo, pero nunca se hizo.
«Esta piscina era un punto de reunión para los trabajadores. Los fines de semana casi siempre nos reuníamos ahí, incluída la embajadora», resume este también funcionario, que prefiere guardar el anonimato.
Explica que las personas al frente de la embajada eran totalmente conocedoras de lo que estaba ocurriendo. De hecho, la piscina de la embajadora también perdió agua en un momento dado, aunque sí se arregló. «Estaba más que informafa».
La canciller, responsable del complejo, es una de las denunciadas. Según este segundo funcionario con el que ha podido hablar este priódico, ella era la persona que en muchas ocasiones abría el grifo para rellenar la piscina, malgastando así miles de litros de agua en un país con graves problemas de sequía. «El agua a la embajada le sale gratis, es uno de los acuerdos con el país».
El denunciante, que tiene varias décadas como funcionario de carrera y representante sindical, ha pedido que se le tome declaración a varias personas. Entre ellas, al agregado del Ministerio del Interior en Mauritania, al responsable de la Guardia Civil en la capital del país y a las dos denunciadas, la embajadora y la canciller.