Los datos hablan por sí solos. Los niños tienen el primer contacto con el porno en torno a los 8 años, muchas veces de forma accidental. Sin embargo, el consumo se generaliza a partir de los 14, cuando casi el 40% de los jóvenes lo ven semanalmente, la mayoría sin una adecuada educación sexual que les ayude a interpretar y deconstruir vídeos que contienen relaciones sexuales sin afectividad, violentas y que degradan y cosifican a las mujeres.

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