Las cooperativas se han marchado de Intercitrus. ¿Conseguir que regresen es su primer cometido como presidente?
Por supuesto. No me gustó que dieran ese paso, pero es prioritario que vuelvan. Queremos recuperar la organización y sin las cooperativas no es posible. Ahora bien, si no quieren volver, nosotros continuaremos el camino y trataremos de buscar la representatividad ante la administración para seguir funcionando.
La imposibilidad de acordar la homologación de un contrato de compraventa es uno de los motivos que aducen las cooperativas para su decisión. ¿Hay posibilidades de un acuerdo?
Creo que sí. Al final, las dos partes tienen que ceder y salvar este obstáculo que paraliza el día a día de la interprofesional. El sector citrícola se merece una entidad que le represente en su conjunto porque vive una situación compleja y difícil. Tenemos que darnos cuenta de que hay cada vez más plagas, de que las importaciones de países terceros no cumplen las mismas normas que los españoles… Si no hacemos una interprofesional fuerte, no podremos hacer frente a los problemas.
¿Por qué Intercitrus siempre vive en el conflicto?
Porque es una organización que engloba a diferentes entidades que tienen intereses contrapuestos. La interprofesional es una entidad representativa donde confluyen muchos intereses económicos. Pero se trata de problemas que en general nos unen más que lo que nos separan. Hay que salvar las pequeñas diferencias para darle protagonismo al sector.
¿Tiene sentido mantener una entidad que apenas tiene actividad y sin presupuesto? Este año se quedó sin ayudas para la promoción de naranjas y mandarinas por la división interna.
Sí, tiene sentido. A ver si somos capaces entre todos de hacerla funcionar. Si creáramos una similar pasaría más de lo mismo porque los intereses encontrados serían los mismos y las entidades serían también las mismas. No tiene sentido salir de la interporfesionnal ni crear algo parecido, porque volveríamos a tropezar. Sería una pérdida de tiempo. Intercitrus, en sus orígenes, sí consiguió acuerdos y captar fondos para hacer campañas. Fuimos los primeros. Hay que reflexionar y volver al viejo espíritu.
¿Es uno de los males de Intercitrus su vinculación tan fuerte con el sector valenciano en un momento en que otros territorios de España le pisan los pies a la Comunidad Valenciana en producción citrícola? La prueba está en la salida de Andalucía de la interprofesional.
Tenemos que pensar que en la Comunidad Valenciana siempre hemos sido los pioneros en el sector. Somos conscientes de que dentro de la interporfesional no priman los territorios sino el sector. Lo de Andalucía no tiene ningún sentido porque Intercitrus no tiene marcados los territorios. Su único objetivo es darle prestigio al sector. Ahora bien, en la Comunidad Valenciana está el 90 % de los operadores comerciales del sector citrícola. Los productores andaluces pueden creer que se toman medidas en Intercitrus más favorable a Valencia, pero esto no es así. Los acuerdos que se han tomado son siempre en beneficio del sector.
¿Cómo se presenta la actual campaña citrícola?
Se vislumbra que va a haber una reducción respecto a la campaña anterior. Aún recopilamos información, pero lo que vamos viendo es que habrá una disminución pequeña a nivel nacional. La climatología es la que manda y la sequía está afectando. También se está produciendo abandono de superficie de cultivo por la falta de rentabilidad. Afectan asimismo las plagas porque merman las cosechas. Dicho esto, la previsión es que no sea una campaña mala.
¿Y los precios?
En estos momentos, en las compras en el campo los precios son razonables. Los primeros que han salido en la bolsa de Valencia lo son, al igual que los que ha sacado la conselleria de Agricultura. Los precios son algo superiores a los de la campaña pasada.
¿Se está siendo permisivo desde la Unión Europea con países terceros como Sudáfrica?
Sí. Lo que está sufriendo el sector es una entrada de plagas por la flexibilidad que hay en los controles en frontera. El año pasado conseguimos el tratamiento en frío, que evita que entren más plagas en la UE. Y eso nos resta competitividad. Europa tiene que ser más firme. Es incomprensible que no se extremen las medidas en frontera. Las interceptaciones en los puntos de entrada son cada vez mayores pero no se toman medidas para proteger la citricultura española.
El coronavirus ha puesto de manifiesto una de las consecuencias de la globalización. ¿Sucede lo mismo con las plagas citrícolas?
La globalización nos ha traído las plagas. No tenemos miedo a competir en el mercado con cualquiera pero siempre con las mismas condiciones. Es lo que llamamos la reciprocidad. Nosotros tenemos controladas las materias fitosanitarias, con una normativa muy rígida que no afecta a países terceros. Y también está la cuestión laboral. Las exigencias y los costes que tenemos en Europa son mucho más elevados que en los países terceros.
El cambio climático, con sus efectos en forma de sequía y pedrisco, está teniendo una incidencia especial en el campo valenciano. ¿Corre peligro la huerta de Europa?
Si Europa continúa con la misma normativa desaparecerán todas las producciones agrícolas de Europa. No podemos trabajar cada vez teniendo más plagas, con menos materias activas y normativas que nos restan competitividad en los mercados internacionales. La sostenibilidad es medioambiental, económica y social. No puede haber sostenibilidad si no hay rentabilidad en el campo.
El sector agrario anuncia constantemente pérdidas millonarias ante cualquier fenómeno que le afecta. A veces, uno se pregunta: ¿cómo puede subsistir? O también ¿cuánto hay de victimismo, si lo hay?
El sector siempre se ha caracterizado por su aguante. Somos los que aguantamos todas las presiones climatológicas y del mercado. El que es propietario de una superficie agrícola de regadío, intenta, si tiene una mala cosecha, continuar. Nunca todo es tan malo ni todo tan bueno. Lo cierto es que tratamos de producir a diario obteniendo rentabilidad. Se nos achaca siempre ese victimismo, pero la realidad es que todos los años desaparecen operadores comerciales y se reduce la superficie de cultivo y esto se debe a que algo no se está haciendo bien. Lo que sí es una realidad es que el sector es cada día más profesional y trata de dimensionar sus explotaciones.