«Somos la única alternativa y actuaremos como tal». Este fue el aviso que lanzó el presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, durante el debate de investidura de Salvador Illa. Una declaración de intenciones pronunciada poco después de la reaparición fugaz del expresident Carles Puigdemont en Barcelona, que en su discurso también apostó por «respetar» la sesión plenaria y reclamó trabajar para generar «nuevas oportunidades». Unas oportunidades que, tras fracasar en el intento de convencer a ERC para volver a tirar los dados en una repetición electoral en octubre, Junts deberá cultivar desde la oposición.
La estrategia que los posconvergentes seguirán a partir de ahora no se acabará de definir hasta el congreso extraordinario de finales de octubre en Calella (Maresme), pero se empezará a labrar unas semanas antes. Al menos, a nivel parlamentario. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, Puigdemont reunirá a todos los diputados en Bruselas los días 2 y 3 de octubre. El encuentro tendrá lugar la semana antes del debate de política general, la cita que anualmente marca el inicio del curso político, y servirá para marcar las líneas maestras de la nueva hoja de ruta de la formación en la Cámara catalana.
La intención es fiscalizar de cerca el Govern de Salvador Illa y hacer calar la idea de que es un ejecutivo «sucursalista», que priorizará los intereses «de la Moncloa» antes que los de los catalanes, y, por lo tanto, «españolista». Ya fue esta la idea que intentaron trasladar en el primer pleno de septiembre y seguirán ahondando en ella en las comparecencias de los consellers en comisiones que empezarán la semana que viene.
También será el primer encuentro presencial de Puigdemont con todo el grupo parlamentario, después de su reaparición y posterior fuga del 8 de agosto, una jornada que dejó a más de un diputado desconcertado.
El papel de Puigdemont
Pero más allá de la estrategia parlamentaria, la reunión llega con varias incógnitas encima de la mesa. Puigdemont aseguró durante la campaña electoral que no se veía ejerciendo como jefe de la oposición en el Parlament, no obstante, no son pocos los dirigentes que consideran que la situación ha cambiado, tras el acuerdo entre el PSC, ERC y los Comuns para la investidura de Salvador Illa, y que trasladan que les gustaría que ejerciera como tal. Pero las circunstancias tampoco ayudan. Su amnistía sigue pendiente y difícilmente podría ejercer como tal desde Bruselas, aunque tampoco está claro que quiera, ni desde fuera, ni si puede acabar regresando a Catalunya.
Si Puigdemont renuncia a este cargo parlamentario, Junts podría dejarlo vacante o decidir que lo asumiera otro de los parlamentarios, ya sea temporalmente -hasta el regreso de Puigdemont- o de forma definitiva. Lo más lógico sería que fuera Batet, como presidente del grupo parlamentario, pero no hay ninguna decisión tomada al respecto, a la espera de que Puigdemont desgrane su futuro. Debe hacerlo tanto en la Cámara catalana como en el partido, donde previsiblemente volverá a asumir la presidencia. «Queremos que esté al máximo de implicado, con la fórmula que considere, pero será él quién lo anuncie», zanjó el secretario general del partido, Jordi Turull, en una entrevista esta misma semana.
El jefe de la oposición
La figura de jefe de la oposición se creó en 2004 y no se trata de un cargo meramente simbólico, ya que da ventajas tanto políticas como materiales. Según consta en el artículo 76 del reglamento del Parlament, corresponde ejercerlo «al diputado que ejerce la presidencia del grupo parlamentario de la oposición con más escaños en el Parlament» y es el presidente del Parlament quien debe declararlo como tal mediante una resolución. El actual jefe de la Cámara, Josep Rull, ha evitado hasta el momento aclarar qué hará.
A nivel político, el jefe de la oposición puede ser consultado por el president de la Generalitat «sobre los asuntos de más importancia para Catalunya», recibe el trato de «honorable señor o señora» y queda «ordenado protocolariamente en el lugar inmediatamente posterior a los expresident de la Generalitat». Pero a nivel más práctico, el reglamento también permite a esta figura «disponer de los medios humanos y materiales necesarios para ejercer sus atribuciones», que normalmente se ha concretado, aunque no se especifica, en una oficina y dos asesores.
Fue el expresident Pasqual Maragall quien impulsó este rango una vez llegó al Palau de la Generalitat, tras años reclamándolo al entonces jefe del ejecutivo, Jordi Pujol. Desde entonces, nadie ha renunciado a él, ni siquiera los que lo habían criticado anteriormente. Así, en 20 años, ha tenido siete beneficiarios de cuatro formaciones diferentes. Artur Mas (CiU), Joaquim Nadal (PSC), Xavier Sabaté (PSC), Oriol Junqueras (ERC), Inés Arrimadas (Ciutadans), Carlos Carrizosa (Ciutadans) y Salvador Illa (PSC). El tiempo dirá si a esta lista también incluye el nombre de Puigdemont o el de algún otro diputado de Junts.