Cómo estará el asunto del hijo mayor de la princesa Mette-Marit de Noruega, esposa del heredero Haakon, que la boda hace diez días de la hermana de éste con un chamán con antecedentes penales ha supuesto un bálsamo para esa monarquía escandinava. No ha importado que la novia, Marta Luisa, vendiera a las revistas del corazón por un buen dinero la exclusiva del enlace, incluida foto de su familia vestida con traje regional para la ocasión. Ni que su flamante marido Durek Verrett sostenga que en otra vida fue un faraón egipcio y que es una especie híbrida de reptil y Andrómeda. El monarca Harald debe pensar que mejor semejante yerno para compartir un vino caliente en la cena de Nochebuena, que un capítulo más de las andanzas del joven Marius Borg Høiby. Una buena pieza. La policía le investiga por una acusación de malos tratos a su novia, que hubo de recibir asistencia hospitalaria y ha logrado una orden de alejamiento contra él, y por destrozar un apartamento cuando se encontraba bajo los efectos del alcohol y la cocaína. Otras dos mujeres con las que tuvo relaciones anteriormente han añadido sendas denuncias a su expediente. El angelical niño rubito que asistió a la boda de su madre con el hombre que un día portará la corona de Noruega se ha hecho mayor, aunque no se puede decir que haya madurado.
En una carta abierta tras el escándalo que supuso su arresto el 4 de agosto por delitos de vandalismo y lesiones, y la denuncia posterior por posesión ilegal de una moto, Marius Borg, de 27 años, pidió perdón «por algo que nunca debió ocurrir» y prometió buscar ayuda para sus problemas de salud mental y drogadicción. Hijo y hermano de futuras reinas, es el primogénito de Mette-Marit de Noruega, fruto de una conflictiva relación anterior, y siempre ha vivido en palacio con sus hermanos Ingrid, de 20 años, y Sverre, de 18. Poco se sabe de su oficio ni beneficio, salvo que ha estudiado en escuelas selectas materias relativas a la moda y diseño, y que se ha desempeñado profesionalmente por breves lapsos. El resto del tiempo lo dedica a vivir la vida, entre jóvenes adinerados y compañías menos recomendables. Desde que hace unos años se conociese su detención por consumo de drogas en un festival, se blindó la información sobre él con el propósito de salvaguardar su privacidad. Aún y todo, aparece en las fotografías oficiales de la familia real y participa en las celebraciones más importantes, pero no dispone de guardaespaldas. Salvo su madre, que no le deja de la mano, a riesgo de su propia reputación. Medios de comunicación del país nórdico publicaron que Mette-Marit llamó por teléfono a la víctima de Borg tras la agresión, lo que se considera un paso en falso de cara a un futuro juicio, pues podría entenderse que la Princesa trataba de influir en la chica y mete a la monarquía de lleno en el asunto. Pese a que desde la casa real adujeron que se trató de una conversación normal con la novia de su vástago, la abogada de ella confirmó que la pareja ha roto. Haakon, que siempre ha cuidado del descarriado y le ha visto crecer, calificó escueto los hechos de «serios» desde París, donde asistía a los Juegos Olímpicos. En la primera aparición oficial de los herederos tras el escándalo declinaron hacer comentarios, pidiendo respeto para su oveja negra.
Puede que lo obtengan en sus fronteras, pero no fuera de Noruega. El diario alemán Bild publicó hace dos semanas una impactante foto de Marius Borg en la que aparece con el tatuado torso desnudo, gafas de sol y sosteniendo una pistola, una taza y una botella de champán Dom Pérignon, mientras enseña fajos de billetes de coronas noruegas cogidas en la cinturilla del pantalón y luce un reloj Rolex Daytona. Se trata de una imagen tomada en una fiesta privada a finales del año pasado que ha enfurecido a la opinión pública de su país por considerar que el joven crápula, que se mueve con pasaporte diplomático, disfruta de una vida de lujos y excesos a costa del contribuyente. Desde los medios se preguntan si Haakon y Mette-Marit están poniendo límites al comportamiento de Marius, o si se limitan a tapar sus desmanes. En todo caso, crece la sensación de que las explicaciones de la casa real resultan ya insuficientes.
Puede que el rey Harald V, asiduo de Mallorca en su yate Norgue y rival de los monarcas españoles en multitud de regatas, pida árnica a su querido Juan Carlos I y un hueco en la habitación de invitados de su casa de Abu Dabi. El emérito ya tiene bajo su ala a Felipe Juan Froilán, primogénito de su primogénita Elena que también huyó de una serie de catastróficas desdichas que tenían la noche y la juerga como común denominador, y podría probar de enderezar a Marius Borg en el desierto. Más en la realidad que sus herederos, el regente noruego ha tomado la iniciativa, y ha optado por limpiar la página web de su institución y reordenar su saga, para eliminar el nombre del hijo mayor de Mette-Marit y arrinconar a su propia hija Marta Luisa. Con gestos como este, el rey ve crecer su popularidad y alejarse cualquier tentación de jubilación a sus 87 años. Larga vida con semejante repuesto. Va a tener que encomendarse a su yerno chamán, quien según afirma, es capaz de manipular los átomos para rejuvenecer a los seres humanos.
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