Cómo estará el asunto del hijo mayor de la princesa Mette-Marit de Noruega, esposa del heredero Haakon, que la boda hace diez días de la hermana de éste con un chamán con antecedentes penales ha supuesto un bálsamo para esa monarquía escandinava. No ha importado que la novia, Marta Luisa, vendiera a las revistas del corazón por un buen dinero la exclusiva del enlace, incluida foto de su familia vestida con traje regional para la ocasión. Ni que su flamante marido Durek Verrett sostenga que en otra vida fue un faraón egipcio y que es una especie híbrida de reptil y Andrómeda. El monarca Harald debe pensar que mejor semejante yerno para compartir un vino caliente en la cena de Nochebuena, que un capítulo más de las andanzas del joven Marius Borg Høiby. Una buena pieza. La policía le investiga por una acusación de malos tratos a su novia, que hubo de recibir asistencia hospitalaria y ha logrado una orden de alejamiento contra él, y por destrozar un apartamento cuando se encontraba bajo los efectos del alcohol y la cocaína. Otras dos mujeres con las que tuvo relaciones anteriormente han añadido sendas denuncias a su expediente. El angelical niño rubito que asistió a la boda de su madre con el hombre que un día portará la corona de Noruega se ha hecho mayor, aunque no se puede decir que haya madurado.

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