«A las doce y cuarenta minutos, séptima y última votación: ‘Las hogueras’, 4 votos. ‘El adúltero y Dios’, 3. Los autores se ocultan bajo seudónimos: Daniel Janer y Vizarco. Son abiertos los sobres con las plicas. En primer lugar el segundo clasificado. Se trata de Tito Chamorro (…). Seguidamente, el ganador. La ganadora, porque se trata de Concha Alós. El público se queda frío ante este nombre. Al ser anunciado, ni un solo aplauso», relataba el diario La Pensa sobre lo acontecido la noche del 15 de octubre de 1964 en el salón del Hotel Ritz de Barcelona durante la concesión del Premio Planeta de ese año. Concha Alós ya había ganado ese galardón literario en 1962. Sin embargo, lo que habría sido un motivo de orgullo —no en vano es la única persona en haber ganado dos veces el Planeta—, el escándalo que rodeó la primera concesión había predispuesto al mundo editorial en su contra.
Cuando Alós fue declarada ganadora en 1962, Tomás Salvador impugnó la decisión del jurado. Según defendía el escritor y editor, la novela ganadora, ‘El sol y las bestias’, ya había sido contratada por Plaza y Janés con el título de ‘Los enanos’. En su defensa, Alós argumentó que, si bien era verdad que había presentado el manuscrito a Plaza y Janés, Salvador lo había rechazado, razón por la cual decidió inscribirlo en el premio. José Manuel Lara, propietario de Planeta, prefirió no entrar en disputas, descalificó a Alós y el premio fue a parar a la novela finalista: ‘Se enciende y se apaga una luz’ de Ángel Vázquez, autor tangerino que estuvo siempre a la cuarta pregunta y que, al enterarse de la buena nueva, tuvo que pedir a sus amigos una americana y dinero para el pasaje de barco hacia la Península.
Del éxito al olvido
Concha Alós había nacido en Valencia en 1922, un dato que ha sido revelado recientemente después de que su biógrafa, Amparo Ayora, encontrase la partida de nacimiento original de la escritora que, durante toda su vida, afirmó haber nacido cuatro años después. Hija de una familia republicana, Alós pasó su infancia entre Lorca, localidad a la que tuvo que desplazarse para huir de los bombardeos, y Castellón de la Plana, donde sufrió el rigor de una postguerra que fue aún más dura para los perdedores.
En 1943, Alós se casó con Eliseo Feijóo, periodista vinculado a Falange con el que radicaría en Mallorca. En la isla, mientras Alós estudiaba magisterio, su esposo se haría cargo de la subdirección de ‘Baleares’, diario perteneciente al Movimiento. A lo largo de los 50, ella publica sus primeros cuentos y una primera novela con los que se va haciendo un nombre y obteniendo reconocimiento con algunos premios. Pero en ‘Baleares’ también trabajaba como corrector de pruebas un joven Baltasar Porcel. Alós y el futuro escritor iniciarían una relación sentimental sin importarles la diferencia de edad entre ambos —más de dieciséis años— ni el hecho de que la infidelidad —la de la mujer, por supuesto— fuera delito.
Feijóo nunca denunció a su exesposa y la nueva pareja decidió radicarse en Barcelona, ciudad en la que Porcel comenzaría a forjarse una carrera como escritor gracias a los contactos de Alós que, además de presentarle editores, autores y críticos, se dedicaría a traducir al castellano sus novelas. Lo que pocos hubieran imaginado es que mientras que la popularidad de Porcel aumentaba, los lectores se fueron poco a poco olvidando de Alós.
«Durante su intervención en una mesa redonda, [Fernando] Valls lamentó que no se la recordara como merecía, a lo que Alós respondió que su obra no estaba para nada olvidada y que de dónde sacaba él semejante idea. Entonces, la narradora que Valls tenía al lado le confesó al oído que hacía tiempo que pensaba que había muerto», recuerda Llucia Ramis en ‘Memoria que se propaga como el fuego’, el prólogo que la escritora mallorquina ha escrito para la nueva edición de ‘Las hogueras’ que Seix Barral pondrá a la venta el próximo 18 de septiembre.
Un deseo que abrasa
Las hogueras narra la historia de Sibila y Asunción, dos mujeres atrapadas en Son Bauló, localidad real situada en la Badia d’Alcudia, al noroeste de Mallorca, idílica para los turistas alemanes que comienzan a elegir el lugar para pasar sus vacaciones, pero opresiva para ellas. La primera es una exmodelo internacional que ha protagonizado portadas para publicaciones como ‘Vogue’ que, tras una azarosa vida al lado de un criminal, ha llegado a la isla junto a su esposo, un millonario europeo que ha dejado de mostrar interés hacia ella. La segunda es una maestra que comprueba cómo sus ilusiones y proyectos se van marchitando a medida que se acerca a la mediana edad. A pesar de sus diferencias, las dos sufren por un deseo sexual no satisfecho que, como las hogueras que arrasan los bosques mallorquines, las quema por dentro.
«La gente que no conocía a Concha Alós, flipa. Ella refleja lo que vivimos ahora, solo que escrito hace sesenta años. Trata temas como el deseo femenino, la voluntad de no tener hijos, el aborto, la insatisfacción. En pleno franquismo«, explica Llucia Ramis, quien recurre a las palabras de Nieves Ruiz, Doctoranda de la Universidad de Alicante, para aportar un rasgo más a la fascinante figura de Alós: el ecofeminismo. «Se salía del antropocentrismo; era ecofeminista, como refleja la denuncia al final de ‘Las hogueras’. En una sociedad patriarcal de corte tradicional, el deseo femenino está supeditado al del hombre, y la mujer no tiene derecho a expresarlo; la frustración femenina, la masculinidad erróneamente desarrollada, sujetos anquilosados porque la sociedad lo provoca… todo eso demuestra una concienciación muy avanzada», afirma Ruiz, que resalta cómo Alós «pone en el centro de sus novelas la dignidad del ser humano, y su relación con la naturaleza: el mar, la playa, el aire, los pinos, el paisaje».
En opinión de Ramis, fue justamente su posicionamiento feminista el que abocó a Alós al olvido. «Entonces era un estigma. Amparo Ayora cree que uno de los motivos por los que dejó de tener relevancia fue que no se le perdonó ni su manera de vivir ni la crudeza que tiene al contar las cosas en sus novelas, en las que se habla de la importancia de la educación de las mujeres, de la voluntad de no ser madre o de pastillas anticonceptivas. Sus textos no disimulan la irritación que le provocaba la situación injusta de la mujer en una sociedad creada por hombres».
Más allá de su actitud feminista, como afirma Nieves Ruiz, el olvido de Concha Alós tuvo su origen en «el propio olvido», en referencia al Alzheimer que sufrió la escritora en su vejez y que hizo que tuviera que vivir tutelada en una residencia hasta su fallecimiento el 1 de agosto de 2011. A su funeral apenas acudieron un puñado de amigos, entre los que se encontraban la cantante María del Mar Bonet y el fotógrafo Tony Canaty. Informado de su fallecimiento, el escritor Biel Mesquida diría de ella: «Su vida es una historia increíble, llena de superación pero también de dolor, con detalles dignos de una novela de Bukowski. Y su muerte marca el final de una época».
‘Las hogueras’
Concha Alós
Seix Barral
280 páginas / 19,00 €