«Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma». La información fue suministrada por sus hijos Keiko y Kenji en la noche limeña. «Gracias por tanto papá!», expresaron a través de la red social X.
La situación se había complicado durante las últimas horas. «Estamos rezando por su recuperación», dijo Miguel Torrez, uno de los principales dirigentes de Fuerza Popular, el partido creado a imagen y semejanza de Fujimori. El legislador de ese espacio de derechas, Alejandro Aguinaga, fue mucho más dramático: «está luchando» por su vida.
Los medios de prensa peruanos coincidieron este miércoles en que la situación del exautócrata era muy delicada a unos nueve meses de haber dejado el penal de Barbadillo, tras haber recibido el controvertido beneficio del Tribunal Constitucional. Esa instancia, contra la opinión de los dirigentes defensores de derechos humanos y parte del arco político, repuso el indulto humanitario que había recibido en 2017.
El «Chino», como solían decirle al exmandatario de origen japonés, vivía con su hija y fundadora de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, en el distrito limeño de San Borja. De acuerdo con el diario capitalino ´El Comercio`, el hombre que gobernó con mano de hierro y debió abandonar el país en medio de una revuelta popular, después de una década de estar al frente del Palacio Pizarro, se encontraba delicado de salud desde hace una semana. El sacerdote Luis Gaspar fue por la televisión al salir de la vivienda familiar.
La presidenta provisional, Dina Boluarte, expresó su «preocupación» por la salud de Fujimori e hizo «votos por su pronta recuperación» cuando el desenlace estaba por consumarse.
Siempre según ´El Comercio`, el exautócrata habría sufrió una caída que motivó que fuera intervenido quirúrgicamente de la cadera. A partir de ese momento, su salud se complicó. Previamente había enfrentado un tratamiento contra el cáncer de lengua.
Aspiraciones presidenciales
Hace una semana, Fujimori fue a la Clínica Delgado, en el barrio de Miraflores, para realizarse exámenes de rutina. Lo hizo acompañado de Kenji. Entonces, la prensa le preguntó si seguían intactas las aspiraciones paternas de presentarse a las elecciones generales de 2026. «Vamos a ver», dijo, de modo evasivo. Esas palabras adquieren por estas horas otra relevancia. En julio pasado, Keiko había hecho saber a los peruanos sobre la decisión de el «Chino» de volver a competir por la presidencia.
Fujimori huyó a Japón en setiembre del año 200. Había sido extraditado en 2007 de Chile, donde sorpresivamente intentó residir, y condenado en el 2009 a 25 años de prisión por los delitos de homicidio calificado con alevosía en las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, perpetradas en 1991. Para los tribunales, esos episodios fueron parte de un programa represivo de largo alcance cuya ejecución era centralizada por el exmandatario desde el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) que manejaba Vladimiro Montesinos. Sobre Fujimori también pesaron otras tres condenas firmes por hechos represivos.