Carme Coma es perica desde la cuna. En su familia el Espanyol es una tradición que pasa de generación en generación. Había logrado un sueño desde pequeña: estar sobre el césped de su estadio cada dos semanas, junto a los jugadores de su equipo vistiendo la misma equipación. La única diferencia es que ella portaba una cabeza de periquita, ya que llevaba una década siendo la mascota del club. Hasta que hace cinco años su sueño se convirtió en pesadilla.
El 24 de abril del 2019 Hugo Mallo, entonces capitán del Celta, aprovechó el momento del protocolario pasamanos con los jugadores del Espanyol y las dos mascotas del club catalán para meter las manos por debajo del disfraz de Carme y tocarle los pechos. Más de un lustro después, el futbolista fue condenado este jueves por abuso sexual por tocarla con «intención de satisfacer su ánimo libidinoso y de menoscabar la indemnidad sexual de la misma». El jugador, que sigue sin disculparse con la víctima, deberá pagar una multa de 6.000 euros por los tocamientos y 1.000 euros más, más intereses, por el daño moral.
Hasta hoy no ha querido hablar. ¿Cómo se encuentra tras la sentencia?
Muy satisfecha, tranquila y segura. Hasta ahora no he querido hablar por respeto a mi intimidad y a la justicia. No tengo miedo porque al final la justicia ha dado veracidad a mi verdad.
¿Qué le parece la sentencia?
Yo no quería ninguna compensación económica, sino que se hiciera justicia. Tengo mi trabajo, me gano mi vida honestamente y no quería dinero sino justicia. Las mujeres víctimas de abusos siempre tenemos que renunciar a compensaciones económicas porque se nos pone la etiqueta de oportunistas. Y en mi caso, con cámaras delante y ante 25.000 personas, esta persona ha cometido un delito que hasta que no ha salido el veredicto aún había gente que dudaba. Esto pasa en otros ámbitos y en muchas partes. Le podría haber pasado a la vecina o vecino de delante, podría haber sido cualquiera.
¿Cómo recuerda el incidente?
Muy chocante, me quedé en ‘shock’. En los cinco años que hice de ‘periquita’ en Cornellà (hasta el covid y cinco más de ‘periquito’ en Montjuïc) nunca pude pensar que eso me podía pasar a mí. En ningún momento me pude imaginar que esa persona me haría ese tocamiento: la ‘periquita’ lleva una barbilla que llega hasta el pecho, que es como una gasa, y él metió la mano por debajo y me tocó. Me quedé en ‘shock’, lo único que pude hacer fue intentar darle un codazo, gritar ‘cabrón’ y tirarme atrás.
“Me quedé en ‘shock’, lo único que pude hacer fue intentar darle un codazo, gritar ‘cabrón’ y tirarme atrás”
¿A quién fue la primera persona a la que se lo contó?
Todo fue muy rápido porque estaba trabajando y había un partido de fútbol. En el vestuario se lo conté a mi compañero, el que hacía de la otra mascota. Luego tuve tanta vergüenza, miedo y estaba tan descolocada que no supe cómo reaccionar. Pero luego volviendo a casa en coche con mi hermana me invadió la rabia. Me puse a llorar y se lo conté. Y me dijo que se lo tenía que contar al club. Esa noche escribí una carta al Celta y al Espanyol. Y al día siguiente quedé con Roger Guasch y Alberto Ariza, que les estoy eternamente agradecida, que me dieron apoyo moral y jurídico. Y es tras hablar con el Espanyol y saber quién es ese jugador, al que hasta entonces no conocía de nada, que pongo la denuncia a los Mossos.
Denuncia que es desestimada por un juzgado de Cornellà.
Decidí recurrir y lo llevé a la Audiencia de Barcelona, donde se hizo el juicio en julio.
¿Cómo ha vivido este proceso de cinco años?
He sentido vergüenza, miedo, asco. Personas que querían lo mejor para mí me decían que igual era mejor no denunciar para protegerme. Y teniendo que escuchar también a gente no cercana decir ‘esto no es nada’, ‘total para lo que ha hecho’…
“Lo que antes se veía una gamberrada ahora es un delito”
El problema es que durante mucho tiempo conductas así se han visto como normales.
Estas conductas son delito sea donde sea, se tienen que erradicar. Ya no vale hacer bromas de patio de colegio. Ya no vale. Estos actos que creemos que no tienen consecuencias las tienen. Si sirve para que alguien se lo piense dos veces ya me está bien. Lo que antes se veía una gamberrada ahora es un delito. Igual que nos hicieron poner el cinturón en el coche este cambio de chip lo tenemos que hacer.
Ha habido varios casos de abusos sexuales recientemente con futbolistas implicados, ¿a qué cree que es debido?
Cuando denuncié me di cuenta que cada dos semanas había una noticia similar vinculada al mundo del fútbol, que es un mundo eminentemente masculino y quizás habría que revisar los códigos de conducta en el fútbol.