Carme Coma es perica desde la cuna. En su familia el Espanyol es una tradición que pasa de generación en generación. Había logrado un sueño desde pequeña: estar sobre el césped de su estadio cada dos semanas, junto a los jugadores de su equipo vistiendo la misma equipación. La única diferencia es que ella portaba una cabeza de periquita, ya que llevaba una década siendo la mascota del club. Hasta que hace cinco años su sueño se convirtió en pesadilla. 

Fuente