El comienzo del curso político está certificando que la mayoría parlamentaria que sustenta al gobierno de Pedro Sánchez se ha resquebrajado, y difícilmente podrá recoserse en lo que reste de legislatura. La proposición del PP para reconocer la legitimidad de Edmundo González como presidente de Venezuela, a la que se han sumado VOX, el PNV y Coalición Canaria, ha puesto en evidencia que este nuevo periodo parlamentario está abocado a una parálisis legislativa. 

Previsiblemente la aprobación del techo de gasto, base de los Presupuestos Generales del Estado, será la siguiente derrota a la que se enfrente un presidente debilitado que tendrá que gobernar con las cuentas públicas prorrogadas, lo que significa, según sus palabras de hace años, como tener un coche sin gasolina.

En estas condiciones, va a ser difícil que el Ejecutivo saque adelante alguna ley en el parlamento, lo que indica una clara parálisis política. Sin embargo, Sánchez no se amilana y ha presumido ante el Comité Federal del PSOE que va a gobernar “con o sin el concurso del Legislativo”, una frase llena de ambigüedad que pone en jaque las bases del funcionamiento ordinario de la democracia.

Sin embargo, es cierto que, hoy por hoy, no existe una mayoría alternativa que permita una moción de censura. Y eso permite a Sánchez atrincherarse en La Moncloa, ganar tiempo y tratar de explotar las contradicciones de unos socios que no le estiman, pero que le prefieren a la alternativa constitucionalista que representa Feijóo.

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