POLÍTICA CANARIAS | De vuelta al tajo (por decir algo)

El pleno comenzó con diez o doce minutos de retraso, algo que no es una gran noticia en la era Astrid Pérez, y que uno sospecha que hasta agradecen sus señorías, que así disponen de un tiempo extra para repasar el wasapp y el correo electrónico –aunque lo hacen durante todo el día– apurar el café –por más que salgan y entren a menudo para abrevar en las cafeterías más cercanas– o palicar con socios, adversarios y, si hace un buen día, incluso con compañeros de partido. Los tres periodistas presentes se toman un cafelito y quizás mordisquean una pulguita en la mesa del refrigerio que les pone caritativamente la presidenta. Siempre la contemplamos con melancolía, porque todo lo que está en esa mesa tan ordenadita –bocadillos, entremeses, dulces– desaparecerá misteriosamente en un par de horas sin que los juntaletras lo volvamos a ver.

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