Lorenzo del Rey | COPE Albacete

Con cuatro minutos sobre la hora, comenzó a formarse el paseíllo. Llegan las tardes de expectación y el reloj se vuelve algo laxo en Albacete. Y es que aunque gustan mucho los toros, lo de estirar al máximo el gambiteo en la Feria es de una especial devoción. Así pues, como sucede en tantas ocasiones, las ilusiones por ir al coso de la calle Feria se difuminaron cuando el descastado juego de los “victorianos” pinchó la burbuja del arte en el coso de la calle Feria. Sólo ese tercero tuvo opciones reales en la muleta de Rufo hasta que se terminó la gasolina mientras que Ortega dejó varios lances al ralentí y logró un trofeo tesonero. Talavante sumó una nueva tarde de vacío en Albacete y ya van unas cuantas.

“Ebanista”, un toro basto, salió como primero y se movía sin ímpetu ni entrega en el capote de Talavante. Empujó sin fruición y con un solo pitón en una vara de trámite. Los pares se pusieron de menos a más y el astado pareció desplazarse algo más. Pero fue un espejismo porque aunque Alejandro procuró torear, la faena se quedó en boceto de obra porque sólo pudo aprovecharlo a medias por el pitón izquierdo. Algunos naturales limpios y por bajo con otros pases enganchados y con el torero descolocado en algún pasaje del trasteo ante un toro que iba con el depósito de la casta en reserva. Mató de tres pinchazos, estocada atravesada y un descabello.

“Manusero” salió como cuarto y fue aplaudido de salida por su presencia. Golpeó el burladero y luego rebrincó en el capote del extremeño. Entró al peto con ímpetu y empujó a media altura. Medio se desplazó en banderillas y Alejandro brindó al público. Empezó por alto a pies juntos, sumando un pase cambiado y naturales enganchados. El toro protestó en una serie en redondo y ya la cosa no remontó. Pases sin historia y embestidas con descaste. Transición hacia ninguna parte, en resumen. Pinchazo tirándose sin fe y mató de estocada delantera y caída que provocó derrame.

“Envoltorio” de Toros de Cortés tuvo la suerte de recibir el regalo tres verónicas de Ortega con mucho gusto y torería, siendo alguna también jaleada pero algo enganchada. Después, fue llevado al relance al caballo y recibió un puyazo larguísimo donde empujó con un pitón y blandeó al salir del peto. Delantales bien ejecutadas previa a unas banderillas donde salía sin orden ni concierto tras ser pareado, doliéndose y manseando. Genuflexo para el inicio de faena para citar en el centro del ruedo con una lentitud innata aunque el toro tampoco iba sobrado de casta. Se apagó rápidamente y Juan poco más pudo hacer. Quizás la duración de la vara influyó en esto. Así que la labor quedó como dar siete pinceladas en diez metros de lienzo. Los dos desarmes sufridos, frustraron aún más la pérdida de expectativas. Igual que los dos pinchazos previos a una estocada en lo alto.

“Peaje” hizo honor a su nombre y hubo que pagar el precio de su falta de fortaleza porque blandeó una barbaridad en un peto donde solo se empleó para intentar derribar al picador y luego moverse a base de arreones y descompuesto, de feas maneras y con la cara alta al sentir clavarse los palos. Entre berridos del toro en varios momentos, y esa falta de clase y casta del toro, Ortega se puso el mono de trabajo e intentó que eso fluyera, pero el toro dijo que “nones”. Alguna perla suelta sacó al natural pero así no se pudo hacer un collar de continuidad. Muy buena actitud del diestro y el público estuvo deseando que el asunto despegase, pero el toro tenía las alas cortadas hace tiempo. Mató de media estocada desprendida y se pidió una oreja que precisó el VAR para ver si había mayoría de pañuelos. Un trofeo como reconocimiento a una tarde comprometida de Juan Ortega en Albacete.

“Jocundo” fue el tercero de la tarde y desarmó a Rufo en un derrote que no arrugó al de Pepino. Lo dejó en suerte con una chicuelina al paso y el toro empujó y metió riñones con la cara abajo, aunque después lo hizo con un pitón y derribó al caballo. Tras un quite variado por chicuelinas, Fernando Sánchez se desmonteró por su buen hacer con los palos. Brindó Tomás al público y se puso de rodillas llevándolo muy toreado y de verdad. Ya en pie, una más en redondo y con mando aunque se vio algún toque de telas. Al natural, bajó un punto la intensidad pese a procurar llevarlo largo. Continuó la labor ya en tono menor porque la transmisión también se redujo para tener una nueva subida al final.

Aunque se tiró a por todas, mató de estocada atravesada que asomaba, tardó en caer y llegó a darle dos descabellos, entrando de nuevo a matar y cobrando otra entera y un nuevo golpe de descabello. Otra vez, por segundo año consecutivo, la espada dejó a Rufo sin botín.

“Misigato” fue un feo toro que cerró plaza e iba y venía por él albero como el que se pasea de caseta en caseta por la Feria: sin rumbo fijo. Se arrancó al peto y cabeceó sin clase en un puyazo que cayó muy trasero. El toro buscaba el abrigo de las tablas y hubo que casi obligarle a salir a las banderillas. En un tercio donde apretó todo lo que pudo el “Victoriano” brilló Fernando Sánchez de nuevo que fue obligado a saludar. Rufo intentó quitarle de inicio una banderilla que le molestaba en cada lance, que consiguió al final. El toledano quiso quitarse la espina clavada del anterior toro e intentó desquitarse a base de tesón y porfiar, pero la aplomada y descastada condición del toro fue una losa inamovible. Mató de estocada ligeramente desprendida y golpe de puntilla.

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