Sentir que la silla de ruedas que limita los movimientos, que todo el camino de dificultades que representa un diagnóstico como el de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), pueden quedar aparcados a un lado durante un breve espacio de tiempo para vivir una experiencia única en compañía de personas que comparten la enfermedad o que la viven de cerca con sus seres queridos, es para ellos una “sensación de libertad increíble”, asegura Mamen Martín.

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