Los niños han sido protagonistas en la Misa presidida por el Papa Francisco en la ciudad de Dili, capital de Timor Oriental. A ellos especialmente ha ido dirigida la homilía de Jorge Mario Bergoglio, en un país donde casi la mitad de la población es menor de catorce años.
De ahí que en su alocución, leída en español y traducida al tetum, el Pontífice argentino haya hecho alusión de la alegría del nacimiento de un niño y afirmó que en Timor Oriental «es maravilloso lo que pasa cuando nace un bebé» y que aquí en este país «hay muchos niños» y es «un país joven en el que en cada rincón la vida se siente palpitar y bullir».
No solo a los niños, antes de impartir la bendición final, el obispo de Roma ha asegurado que lo mejor que tiene Timor Oriental no es “el sándalo o la pesca”, sino “el pueblo”, a quien insta a cuidar de sus hijos: “Un pueblo que enseña a sonreír a sus niños es un pueblo con futuro”.
En este punto, el Papa ha advertido a los habitantes sobre “los cocodrilos que vienen nadando sobre sus playas y que tienen la mordida más fuerte de lo que manejamos”, y agrega: “Estén atentos a esos cocodrilos que quieren cambiarle la cultura, que quieren cambiar la historia, manténgase fieles y no se acerquen a esos cocodrilos porque mueren, y muerden mucho”, ha alertado .
La mitad de la población de timor Oriental se congrega en la explanada Taci Tolu
Ha sido una Misa multitudinaria, lo que no es noticia cuando es un Papa quien preside, aunque sí es noticia que la mitad de un país se congregue en un mismo espacio como ha sucedido en la explanada de Taci Tolu, donde 600.000 fieles han seguido la Eucaristía, la mitad de los 1,3 millones de habitantes de Timor Oriental, considerado el más católico del mundo, sin contar el Vaticano.
Un ambiente festivo que recordaba al vivido en la misma explanada hasta 35 años, cuando Juan Pablo II presidió la Misa cuando Timor Oriental era un territorio invadido por Indonesia, y cuyas reivindicaciones de independencia puso en el foco mundial el Papa polaco a raíz de su Viaje Apostólico en 1999.
Este martes, 10 de septiembre, a Francisco le han recibido con una marea de paraguas amarillos y blancos, los colores del Vaticano, donados por los organizadores para reguardarse del excesivo calor.
Hasta Taci Tolu llegaron no sólo los habitantes de la capital sino de todas las partes del país y también algunos peregrinos de Indonesia, de la cercana Timor Occidental y Australia, la mayoría de ellos ataviados con las camisetas conmemorativas del viaje que también distribuyó la organización y que se podían observar por toda la ciudad para el que se ha convertido en uno de los grandes eventos de la historia de la joven nación.
El Papa ha sido recibido a su llegada con danzas tradicionales y ha saludado a algunos de los presentes antes de la Misa, mientras que debido al calor se eligió recorrer en ‘papamóvil’ la explanada para saludar a los fieles sólo después de la ceremonia.
El Papa destaca la presencia de jóvenes en la Misa: «Es un don inmenso»
En la homilía, Francisco ha destacado la presencia de tanta juventud y niños, que a su juicio “es un don inmenso, de hecho, renueva constantemente la frescura, la energía, la alegría y el entusiasmo de su pueblo».
De esta manera, el obispo de Roma ha explicado que «hacer espacio a los pequeños, acogerlos, cuidarlos, y hacernos también todos nosotros pequeños ante Dios y ante los hermanos, son precisamente las actitudes que nos abren a la acción del Señor».
Francisco continuaba su homilía pidiendo a los fieles de uno de los países más pobres del mundo no tener miedo “de hacernos pequeños ante Dios; de perder nuestra vida, de dar nuestro tiempo, de redimensionar, cuando se requiera, nuestros proyectos, no para minimizarlos, sino para hacerlos aún mejores a través del don de nosotros mismos y de la acogida a los demás”.