El presidente del Gobierno viaja a China haciendo creer a todos que lo hace con una agenda fundamentalmente comercial, pero el PP, atento siempre a la jugada, no se deja engañar. La secretaria general del Partido, Cuca Gamarra, desvelaba ayer la clave oculta de ese viaje: “Algunos pueden pensar que Sánchez se va China a aprender del Partido Comunista sobre disciplina interna, pero yo tengo la sensación de que Sánchez se va a China para que el Partido Comunista aprenda de él”. Hasta tal punto está el partido de Alberto Núñez Feijóo instalado en la desmesura, el chascarrillo y la hipérbole que ni siquiera les importa caer en el ridículo: todo vale con tal de desacreditar a ‘Perro’ Sánchez, siguiendo la tradición castiza que prescribe ‘leña al mono hasta que hable inglés’. Así pues, leña al ‘Perro’ hasta que suelte el poder.

La triple sobreactuación política, mediática y judicial de las derechas con motivo de los indultos primero y de la amnistía después se repite ahora con la financiación singular de Cataluña. La consigna ¡Que viene el lobo, que viene el lobo! no acaba, sin embargo, de dar los frutos deseados. El lobo de la quiebra de España por las cesiones al independentismo catalán solo enseña sus fauces en la retórica conservadora, en los discursos, los titulares y las columnas, pero no en la realidad; se trata de un lobo de la misma camada que otros igualmente ladradores pero poco mordedores que hemos conocido en el pasado: entre los más célebres y aulladores se recuerda aquel que llevaba grabado a fuego en su lomo pardo la consigna ‘Vender Navarra’, cansino augurio de tres lustros atrás del que nunca más volvió a saberse.

¡Torero, torero!

El último lobo azuzado por la derecha contra Sánchez era el de la rebelión interna que iba a producirse en el Partido Socialista a cuenta de la financiación catalana acordada con ERC para hacer presidente de la Generalitat a Salvador Illa. Recién inaugurado el curso político, el primer gran escenario de la revuelta iba a ser el Comité Federal del PSOE celebrado ayer, pero lo cierto es que nada sucedió en él. O sí, quizá sí: más que los apuros de Sánchez, lo que el cónclave evidenció fue la soledad de sus críticos. El castellano-manchego Emiliano García Page y el aragonés Javier Lambán dijeron lo que tenían que decir, que no era poco, y… no pasó nada. Más bien todo lo contrario: poco faltó para que Sánchez abandonara la plaza entre vítores de ¡torero, torero!, y no porque desplegara una contundente y bien armada batería de argumentos para convencer al Comité Federal de que lo acordado con Esquera no es un cupo ni un concierto: le bastó con ponerse a sí mismo como garantía de que la financiación singular de Cataluña es un paso más hacia una España más avanzada, solidaria y federal.

Las embestidas políticas, mediáticas y judiciales de la derecha no han conseguido erosionar la fe de los socialistas en su jefe de filas. El Comité Federal de ayer fue eso: una exhibición de fe. Se suponía que la financiación singular de Cataluña iba a ser la estrella de los debates, pero su brillo fue tan pálido que casi pasó desapercibida. Page y Lambán tal vez confiaban en un debate donde ellos por una parte y Sánchez por otra expusieran sus razones a favor y en contra del acuerdo alcanzado con ERC, pero Sánchez no se avino a lidiar ese torete: prácticamente no dijo ni una palabra sobre el contenido de ese pacto que tanto preocupa al PSOE más jacobino, pero no solo a él. En realidad, el presidente no solo no se arredró, sino que incluso se puso estupendo al declararse dispuesto a agotar la legislatura “con o sin el concurso del Poder Legislativo”.

Una pregunta sin formular

Muchos socialistas no están, ciertamente, del todo seguros de que el jefe no esté sobrepasando determinadas líneas rojas de las que el partido siempre se mantuvo prudentemente alejado, e incluso de que no esté adentrándose en territorios constitucionalmente inexplorados, si no minados, pero siguen confiando ciegamente en él: en su audacia, en su determinación, en su descaro, en su fortaleza, en su buena suerte. ¿Que la derecha dice que es un ‘Perro’? Vale, que lo diga. En todo caso, es nuestro ‘Perro’ y estamos seguros de que no va a soltar el hueso del poder solo porque así se lo demanden sus desesperados adversarios.

Y es que en el Comité Federal de ayer Sánchez no hizo política sino teología. Su intervención bien podría resumirse con estas tres palabras: “Creed en mí”. Y los socialistas creyeron. Siguen creyendo, aunque en a no pocos de ellos les gustaría, por supuesto en privado, preguntarle respetuosamente a su líder aquello que preguntaba cierto personaje de ‘La importancia de llamarse Ernesto’: “Lady Bracknell, me molesta mucho parecer curioso, pero ¿tendría usted la bondad de decirme quién soy?”.

Fuente