Natividad Astudillo guarda en su biografía la rara experiencia de escuchar qué dicen de ti cuando has fallecido; solo que a las tres y pico de la tarde del 13 de septiembre de 1974, ella estaba casi viva cuando oyó a una mujer sentenciar: “Está muerta, está reventada”. No había perdido del todo la vida, ni del todo el sentido, aunque tardaria días en despertar. KO por la onda expansiva de la goma 2 y por los impactos de metralla que le quebraron el maxilar y le perforaron el cuerpo, podía oír, pero no hablar ni abrir los ojos. No entendía qué quería decir aquella mujer, enfermera de Urgencias, a quién se refería con ese diagnóstico. “Es que yo no sentía nada, no sabía qué me había pasado”, recuerda hoy.

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