No, no es que me haya confundido al titular por Gabriel García Márquez, ni que vaya a relatar a mi manera la historia de la familia Buendía en Macondo. Pero casi al mismo nivel novelesco, porque ya han pasado 100 días desde que Gayà cayera en combate. Un centenar de jornadas que bien podrían ser años a tener de la cantidad de cosas que han sucedido en un Valencia CF que no sabe lo que es ganar desde la lesión del capitán.
El Valencia CF necesita a Gayà y Gayà necesita al Valencia CF. No se entiende este equipo ahora mismo el uno sin el otro. Y, por suerte, parece que más pronto que tarde el regreso del zurdo de Pedreguer superará uno de los tramos más amargos de su carrera. Una recaída, una maldita recaída de la lesión del músculo recto femoral del cuádriceps de la pierna izquierda, sufrida durante el partido frente al Girona FC lo dejó KO en el tramo final de temporada y también lo alejó de la Eurocopa de su vida. Un momento duro que afrontó con entereza primero en la operación y, luego, en las determinación de la recuperación.
El lateral izquierdo y capitán del Valencia CF ha estado trabajando en silencio, muy duro y haciendo dobles jornadas en solitario para tratar de acortar unos plazos que estimaban entre 3 y cuatro meses de baja. Con la premisa de no arriesgar pero sí de tratar de llegar al límite en cada objetivo del proceso, el de Pedreguer está como loco por volver y ayudar al equipo tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Y es que, desde que Gayà se lesionara, todo han sido desgracias para un Valencia CF que no levanta cabeza sin el capitán del verde. Sin ganar, colista y con una situación dentro del vestuario muy complicada a tenor de los últimos sucesos ocurridos con Rafa Mir.
Sea como fuere Gayà está de vuelta o, al menos, está mucho más cerca. Ya ha entrado de lleno en la última fase de las tres que el Doctor López Mateu estipuló junto a su equipo de trabajo para programar su vuelta: ahora toca pisar terreno de juego, aumentar carga y tocar balón.
Y es que nos haces falta capitán. Necesitamos tu mordiente dentro del terreno de juego; tu liderazgo en los momentos complicados; y tu fútbol tanto en ataque como en defensa. Dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, pues bien, aunque sabíamos lo que teníamos, ahora nos damos más cuenta de lo valioso que eres.
Porque a este equipo sigue faltándole alma. Sigue padeciendo la falta de carisma y de oficio. De amor a un sentimiento que, si bien es cierto que los jóvenes empiezan a representarlo, hacen falta referentes para inspirarlo.
Porque Jose, quizás no has tenido los títulos y las buenas temporadas a nivel colectivo que merecías; ni tampoco el reconocimiento nacional que has peleado día a día; pero sí te has ganado el respeto de una afición que estoy segura que va a seguir reconociendo tu fidelidad a unos colores, a un sentimiento y a un escudo que pocas veces se han visto en el fútbol moderno. Capitán, son 100 días que parecen años, de una soledad que empieza a llegar a su fin.
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