Quiero comenzar agradeciendo al Consistorio, el inmenso honor que me ha regalado concediéndome ser el pregonero de la Velá de la Fuensanta, de mi amada feria de septiembre. y más aún a este Ayuntamiento, porque más allá de su partido, que mí me da igual eso, está formado por personas que aprecio y que estudiamos juntos en la facultad de derecho. Los recuerdo con un compromiso social admirable. Y mira donde han llegado, a llevar las riendas de la ciudad. Me alegro por ellos. Por eso digo con respeto a todas las carreras: ¡cuánta gente importante aporta la carrera de derecho que es como una fábrica de líderes sociales! Y especialmente pido a la juventud de barrios populares como la Fuensanta, que estudien derecho porque es la principal forma de que el pueblo llano, alcances puestos de responsabilidad. Y encima la tenemos cruzando la carretera de puerta nueva. ahí lo dejo
Miren, yo soy español, soy andaluz, soy cordobés, soy gitano, pero creo que lo que más soy, es fuensantero. Porque nací, y sobre todo viví la niñez en la Fuensanta. Un pasado precioso. Y eso, a pesar de que yo estoy en contra de ese famoso y antiguo dicho que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque creo que eso es una sensación equivocada que provoca la nostalgia de nuestros tiempos jóvenes donde, aparte de que éramos jóvenes y la juventud es un divino tesoro, aún no había desaparecido tanta gente que hoy ya no está. Pero cada tiempo tiene sus cosas bonitas y sobre todo el presente es el estandarte del ser humano, el tiempo más importante. El presente es vivir; en tiempo pasado yo era joven y ya no. Pero entonces no conocía al amor de mi vida como es mi mujer Maya o ni siquiera imaginaba a los amores más puros e incondicionales del universo como es el amor a mis niños: la formalidad de mi pepe, la genialidad de mi Marco, el arte de mi Manuel, la sinceridad de mi Paula, o la templanza de mi Manuela. ¿Que vale más, vuestra juventud o vuestros hijos? Pero no me voy a poner tan romántico: ¿cómo no van a ser los tiempos de ahora mejores que desayunamos, almorzamos y cenamos, (e incluso merendamos), ¿cuándo en los años cuarenta nuestros abuelos se comían hasta las algarrobas como los mulos?; como los mulos de carga que eran, como mula de carga que ha sido esta Andalucía trabajadora y luchadora que ha levantado España. No sé cómo hay gente que tiene la poca vergüenza de llamarnos vagos cuando hemos emigrado para trabajar más que ninguna otra parte de España. Mi padre con 19 años se fue a trabajar a las minas de Alemania y mi madre con menos edad ya trabajaba en el campo y todavía se levanta todos los días para ir al mercadillo. Díganme entonces cómo es posible que haya gente que tache a los andaluces de vagos: o no nos conocen o nos tienen envidia por ser parte de una tierra tan especial. Porque a los mejores siempre les persigue la envidia. No hay otra. Pero, aunque diga que cualquier tiempo pasado no fue mejor eso no quita que esté orgulloso de nuestro pasado y hay cosas del pasado en la Fuensanta, que no solo han formado mi personalidad actual, sino que recuerdo todos los días como si ese pasado entrañable también fuera algo así como mi sexto hijo. Y hablando de hijos, este barrio tiente tanta personalidad y tanta enjundia que creo que ya es hora que empecemos a ponerle a nuestras hijas el nombre de Fuensanta, no solo como homenaje a nuestra patrona sino a una periferia de Córdoba, ejemplar en civismo y superación social.
Al comenzar he dicho que voy hablar de la feria de septiembre que es como yo la recuerdo. Córdoba tiene tanto peso en la historia, que no le hace ninguna falta copiar conceptos de fuera. Por eso, a mí me gustaría que la Cela de la Fuensanta, también se vuelva a llamar como se ha llamado siempre, feria de septiembre. Porque además llamándola así, va a tener más afluencia y si hay más afluencia hay más negocio y si hay más negocio hay más economía. De verdad os lo digo, créanme que esto era la feria de septiembre que me acuerdo perfectamente porque como diría Machado, mi infancia son los recuerdos de la calle Núñez de Balboa, la que está enfrente del Ambulatorio, donde maduran los naranjos y donde para los niños de entonces, la vuelta al cole era mucho más ilusionante porque coincide con la feria. Por cierto, una novillada en homenaje a la mujer fuensantera no estaría de más en la Velá sencillamente porque se lo merecen por currantes.
Aunque conozca mucho mundo, yo me quedo con mi barrio. La Fuensanta para mí es tan importante como para un musulmán es la meca o para un judío Jerusalén o para un cristiano, Santiago. Toda mi vida tiene sentido si la Fuensanta está presente. Miren si no ahora mismo que estoy dando el pregón… dicen los expertos en estas cosas, que, para el libre desarrollo de la personalidad, es muy importante el entorno en el que te crías. Los que me conocen saben que soy una persona creo, de orden, pero a la vez, anárquica. Y eso es así porque yo tuve, tuvimos la niñez más libre y más bonita que puede tener un niño. Por aquí están mis treintitantos amigos de la niñez, esos niños que hasta la medianoche estábamos sentados en el suelo jugando a las estampas de futbol. El Ramón de la Lola que se iba a la vendimia francesa, el José del carpintero y hermano de la peluquera, el Paquito y el Quique de la Margarita y del Panadero, el Juanito, nieto de la dolores, el Barullo y el Chico de Torrubia el capataz, el Pepe y el Rafa de la Marí del quinto, la de los trillizos, el Cruiff hijo del masajista del Córdoba, el primo, que no se quitó el meiba celeste en cinco años y un largo etcétera…mientras los niños de hoy juegan a la pley, nosotros estábamos a naranjazo limpio con los niños de Virgen Milagrosa. Bueno y yo, que era el niño del policía o el niño de la Manolita la de la ropa. Todos éramos en referencia a alguien y eso es maravilloso. Eso solo ocurre en los barrios populares. Cuarenta y cinco años después, gracias al wasap, hemos conseguido reunirnos para estar aquí en el pregón. Así que mi primera dedicatoria va para ellos, para esos cerca de treinta niños que siempre estábamos juntos tirados en la calle para que nuestras madres estuvieran más libres, en esos pisos chiquitos y de familias numerosas que fueron dados por las administraciones a muy bajo y comodísimo pago y que nos dieron una vida digna porque tuvimos por primera vez un techo digno. Y la gente de la Fuensanta respondió a este esfuerzo de las administraciones haciendo un barrio alegre y trabajador. Cuando escuchéis eso que “no me gusta la política”, “todos van a lo que van” no hagáis caso porque la política buena es la que nos puede resolver la vida, sobre todo, a la gente humilde.
Así que de momento os quiero trasladar dos ideas: Que utilicemos las redes sociales para volvernos a juntar y no para aislarnos en un cuarto todo el día con la pley como bichos raros y que nuestros gobernantes tengan claro que el sentido social de la política nunca es un gasto sino una inversión con altísima rentabilidad a plazo inmediato. Miren como la Fuensanta respondió al regalo de estas viviendas, haciendo un barrio envidiable.
La feria de septiembre sigue en pie con sus campanitas, con sus tíos vivos, con sus casetas de pimientos asados. y sigue en pie la iglesia que la preside y el pozo sagrado. Y, sin embargo, hay algo muy cansino que ya es hora que dejemos atrás: año tras año, asistimos a un debate político estéril como es esa absurda competencia entre la derecha y la izquierda para que la vela sea más laica o más religiosa. Ruego a nuestros políticos que en vez de realizar un análisis político de la hagan una lectura popular: María es indispensable en la romería, creas o no creas. Luego el que le reza, sabe dios si reza a Maria de Belén o a emvape del Real Madrid. Pero reces o no, hay que respetar la epidermis popular de esta tierra porque esta iglesia lleva aquí 600 años dando nombre y personalidad social a la Fuensanta. Y está claro que si quitamos la virgen pues tendremos que quitar la iglesia y si quitamos la iglesia quitamos las famosas campanitas de barro que todo el mundo conoce y si quitamos las campanitas pues entonces esto se queda en una verbena más y pierde su idiosincrasia y en definitiva su rostro. ¿Queremos ser un pueblo sin rostro? ¿Y eso para qué? ¿Y que ganamos hoy día en democracia quitándole a la gente sus santos? Pues les quitas esperanza. Aquellos que luchan por darle solo un sentido laico a la vela, deben saber que la iglesia democrática no tiene nada que ver con la iglesia de la edad media y por tanto esta discusión es un debate retrógrado. (aunque si los monjes de la Edad Media no traducen los textos clásicos no sé qué hubieran hecho los ateos). Yo entiendo que sectores políticos se resistan a ver a Dios entre la niebla y si vean por ejemplo una iglesia que solo le interesaba el poder terrenal maquillado de espiritualidad. Pero deben saber que la parte más humilde de los pueblos sí que cree en esa parte de la religión que forma parte del alma popular y que le ha acompañado y ayudado no solo moral sino económicamente en sus momentos más duros. Por eso, poetas del 27, no precisamente símbolos de partidos religiosos pero que conocían muy bien el alma popular, por fidelidad al sentir del pueblo, metían en sus poesías a la Virgen y a Dios os y a los santos. Por ejemplo, Lorca, que fue fusilado por la incomprensión fascista, alguna vez evidenció su parte mística y religiosa con frases como: “la virgen cura a los niños con salivilla de estrella” o la cita lorquiana más hermosa para mí que tiene: “hoy la he visto y me ha mirado. Hoy creo en dios.” Los ateos, pero sobre todo los que no quieren mezclar la religión con las costumbres populares deben saber, que la fe no solo se tiene porque los poderosos son creyentes, no solo se tiene porque el ser humano tiene miedo a la muerte, no solo se tiene porque uno quiere ser eterno (¡que pesados!) no. La mayoría del pueblo es creyente porque pide a Dios volver a ver a los seres queridos que se fueron y que amaban hasta no poder más. Punto. Es verdad que Marx, el símbolo del comunismo, no gustaba la religión porque para él servía para domesticar y legalizar la esclavitud del pueblo. “reza y sirve” podía ser el eslogan de los patrones. Por eso dijo que la religión era el opio del pueblo. Y no le faltaba razón entonces. Pero en democracia ese pensamiento ya no vale. Por eso don Miguel de Unamuno que dijo a la huestes franquistas “venceréis, pero no convenceréis” en su novela “san Manuel bueno martir” dijo que, si la religión era el opio del pueblo, déjalo que duerma y que sueñe. Hoy, la fe religiosa solo es sinónimo de esperanza y de descanso y no de sometimiento a una clase superior. Pero ya hablando de la virgen María porque esto es un pregón: ¿qué es lo que en realidad atrae al pueblo de ella? ¿su divinidad o su sacrificado papel de madre? ¿habéis visto alguna vez una virgen con la mala cara de una jefa o siempre la vemos con cara de pena? Los que están en contra del sentido religioso de la vela que se queden tranquilos porque lo que al pueblo le atrae de la virgen no es su divinidad sino su preciosa, humana y sacrificada maternidad. Pero es que, además, lo más importante es que el debate que tienen los políticos no lo tiene el pueblo. Yo reivindico que nunca más haya esta controversia porque si lo hacen, estos políticos demuestran que no conocen al pueblo que gobiernan. y eso sí que es un pecado capital por el que el político de turno debería ir al infierno.
…y ahora mismo, pensando en el sufrimiento de la virgen María por su hijo, tengo que recordar a aquellas madres de la Fuensanta de los ochenta que también sufrieron cuando un cruel demonio llamado heroína y sida, crucificó a muchos jóvenes del barrio que ni siquiera pudieron llegar como el hijo de María, a los 33 años. No podía realizar un pregón sobre la Fuensanta sin recordar aquella generación perdida: de la calle Ceuta, de los Tubos, de los bloques rojos, de los grises, del Pocito, de la parte del Ambulatorio… de tantos jóvenes abandonados y repudiados por la sociedad que solo fueron acompañados hasta el final por sus madres como maría con cristo a los pies de la cruz. No fueron bien atendidos por la política, ni por los centros cívicos que ni siquiera existían, ni por los centros sanitarios ni por los centros de enseñanza, ni por los medios de comunicación y tuvieron que acudir a delinquir para conseguir las dosis que luego por ignorancia compartían pegándose el sida buscándose así una doble vía de muerte: la sobredosis y el sida. Enfrente de la piscina Fuensanta se sentaban muchos de estos chavales en aquellos bancos que parecían de los Picapiedra. Eran tiempos de policías que causaban mucho respeto, a veces demasiado. Pero tengo que decir que el policía nacional que más los entendió fue mi padre, que está aquí sentado, Don José Santiago Arroyo, el marío de Doña Manuela Cortés Muñoz, también aquí sentada, la mejor vendeora de mantelerías, que, con aquello de ser gitano, -aunque ellos no lo eran, -pero lo veían más cercano porque el pueblo gitano históricamente sufrió de incomprensión como la sufrían ellos y por eso lo respetaban más. Y por eso siempre estaban dispuestos a empujar a nuestro seat 1500 motor Perkins que se paraba cada dos por tres, ya sea porque mi padre se quedaba sin gasoil o porque el coche se escacharraba y aquellos chavales, se levantaban del banco de piedra incluso con el mono y ayudaban a aquel policía nacional a llevar su coche a empujones hasta donde vivíamos. Otras veces mi padre los veía sentados a todos esperando el porvenir y se los llevaba a coger aceitunas y todos ellos se levantaban prestos. ¡Qué importante es la empatía! Si aquellos chavales que tenían causas penales ayudaban a un policía que era algo así como el enemigo ¿que no podríamos haber hecho más por ellos? Yo en especial apreciaba mucho a uno que le encantaba la lectura tanto o más que a mí. Y siempre estaba haciendo los deberes con su abuela, mientras yo estaba en la calle. Murió su abuela y nadie más lo entendió. ¿Cómo es posible que muriera hace tantos años gustándole más la cultura que a mí? Estoy seguro que si su abuela no hubiera muerto, hoy el estaría dando el pregón. ¿Como no vamos a creer en Dios con lo injusto que es este mundo? Os puedo asegurar que todos ellos podrían haber sido grandes profesionales de lo que quisieran, pero les pilló una sociedad inexperta que además los repudiaba. Pues como mínimo, la sociedad les tiene que agradecer que se erigieran en mártires para que los demás no probáramos ese demonio. Desde aquí mando un abrazo al cielo porque solo en el cielo pueden estar.
Pero sigamos avanzando en el tiempo. La Fuensanta dio un giro social de 360 grados a partir del 1985 y los noventa fueron la caña porque alcanzó el pleno empleo con el boom inmobiliario y porque se llenó de institutos de secundaria. Yo salí en el 86 del colegio alcalde Jiménez Ruiz, con los recuerdos de unos profesores maravillosos: la señorita Pepita de sociales, Encarnita de francés (antes no se estudiaba inglés, no habíamos vendido tan barata la lengua más culta del mundo como es el castellano), don José Luis de química…y el profesor don Julio Sánchez. Don Julio me dijo, porque yo era muy revoltoso: “no seas tonto Marcos que tus vales para lo que quieras”. Eso me dijo, la frase más bonita que me han dicho en mi vida ¡qué importante es que te valoren, aunque no valgas mucho! De allí me fui al instituto Fuensanta que hoy se llama Galileo Galilei. De ese instituto y de mi época hay muchísimos profesionales liberales y gente que ha aprobado las más difíciles oposiciones. De verdad, me encuentro a antiguos compañero en puestos privados y públicos de mucha responsabilidad social. Es decir, era un instituto plantado en un barrio obrero, pero tenía la categoría didáctica del más prestigioso de España. Ahí tuve la suerte de conocer a grandes profesionales como José Luis Casas, de historia, Pepe Moya, de latín Fernando Benito, de filosofía, Eduardo Castaño de física, María José, de historia del arte, Carmen Andrés de matemáticas, ramona, de literatura, Carlos Domínguez de francés… pero hoy me cuentan, que, en el Galileo Galilei, antiguo instituto Fuensanta se ha relajado y ni el nivel es tan alto ni el respeto en las clases es el mismo. Y los profes están desmotivados ante la falta de entusiasmo del alumno. Y esto parece una tónica general de todas partes…creo que la culpa es de los padres que no queremos que a nuestros hijos no les de el aire, tanto, que en los hogares mandan los hijos en vez de los padres, o sea, mandan personas sin la suficiente experiencia para dirigir en un periodo cómodo con comida y techo. ..porque no siempre puede ser así. Ya lo dice la biblia, que te prepares para los siete años de escasez. Y cuidado porque si los barrios obreros nos relajamos en educación, siempre vamos a ser vasallos de las clases privilegiadas que os puedo asegurar que no han cambiado en ese aspecto y sus hijos siguen accediendo a las oposiciones más importantes y las sacan. Por tanto, corremos el riesgo de volver a formar parte de sociedades amuralladas como antes de la democracia. Y eso no lo debemos permitir, la Fuensanta, los barrios populares tienen demasiado valor social como para que andemos para atrás. Porque, además, la vida sin cultura es como un tinto de verano, un Vargas con la casera disipá. ¿Puedes beberte un Vargas con la casera disipa? Pues sí, pero eso ni es Vargas ni es ná.
Pero aparte de todo esto y a pesar de todo, yo sigo contento con mi barrio y con sus gentes porque pudimos coger otro camino ante la dificultad y no lo hicimos. Sus jóvenes son currantes y luchadores. Hago especial referencia a un chico que nos ha dejado hace poco y que se erige en ejemplo fuensantero y que vivía ahí enfrente de la tienda Cazorla. Se llamaba Juan Carlos Claus Cruz que le decíamos lisbaski: este muchacho arrastro toda su vida una grave enfermedad y siempre lucho contra ella y siempre estuvo alegre y trabajando y soñando y con una piara de amigos detrás. Nos dejó hace unos meses, pero nunca la enfermedad le impidió levantarse todos los días con ilusión. Un beso al cielo en nombre de todo tu barrio
Esa es la Fuensanta. La del espíritu del lisbaski, un barrio que los niveles de delincuencia prácticamente han desaparecido cuando en los ochenta este barrio tenía tan mala fama como otras zonas de la ciudad. la Fuensanta también es un barrio tolerante; aquí siempre ha habido gentes de toda procedencia territorial, social y étnica. Aquí no nos toleramos. A mí la palabra tolerancia no me gusta del todo porque se queda corta. Tolerancia me suena a mí a silencios mordiendo dientes ante el paso de los diferentes. Aquí vivimos juntos que es distinto. Y aquí no nos asustamos de nada. Aquí, de toda la vida ha estado ahí al lado el correccional. En cualquier lugar hablan de poner un correccional de menores y saltan las protestas. nosotras y nosotros lo tenemos ahí de toda la vida y no pasa nada. Nuestro barrio está limpio porque nosotras y nosotros somos limpios, aunque no seamos ricos. Porque la suciedad en las calles no depende de la cartera sino del sentido de ciudadanía., y a la Fuensanta sentido de ciudadanía le sobra. La Fuensanta es el único ejemplo real y vivo de una zona periférica de la ciudad que consiguió dejar atrás la exclusión y ser un barrio socialmente próspero. Pero es que también podemos compararnos con otras zonas donde no son zonas en riesgo de exclusión sino zonas exclusivas con gente de alto poder adquisitivo que tendrán muchas prestaciones materiales pero poca complicidad ciudadana, ninguna conexión espiritual, ningún sentimiento de patria de barrio. En esas nuevas zonas residenciales residirán, pero no conviven. Allí el ser humano se deshumaniza porque han dejado de ser pueblo. Y eso es terrible. Hay tanto desapego que los vecinos cuando se cruzan ni se saludan. No se saben los nombres ni los que viven en la misma planta. Tienen piscinas que están vacías y tienen gimnasios que están vacíos. Y están vacíos porque la gente no quiere relacionarse porque se creen que al ser humano no le hace falta el ser humano sino solo el poder adquisitivo. ¡Que ignorancia Dios mío! Parecen criaturas creadas por inteligencia artificial. Miren, actualmente se habla de despoblación, pero la peor despoblación no son las zonas que se quedan sin gente sino las zonas con gente que parece que no están. a ver si vienen por aquí y se les pega algo. Porque esto sí es un barrio con el alma popular. hace poco iba andando por la fuente de los niños. por ahí, por el Santuario y me sentí muy orgulloso de ser fuensantero: había familias enteras con sus mecedoras y con sus neveras, charlando unas con otras vamos, como si estuvieran en la Carihuela. No les hacía falta irse de vacaciones porque no hay más vacaciones que los buenos ratos sean donde sean. Y me sentí orgulloso de mi barrio que ha cambiado en lo que tenía que cambiar, pero se mantiene en lo principal: su personalidad de pueblo. su identidad. Y encima podemos presumir de andaluces aquí hay mucha afición al flamenco. Tenemos a familias que son grandes sagas como los Márquez, los tomates, el Claus, el Panki etc y gente que ya no está entre nosotros pero que eran grandes artistas como Javi el monillo que vivía en los bloques rojos, José Plantón Mendoza el “pipa” que era un pedazo de palmero, el Monarri de donde yo vivo o el cantaor manolo cortés que vivía enfrente de la piscina. Y no hablemos de cocina porque ahí en medio tenemos el restaurante “el Choco”, con su estrella michelín, que sigue en la Fuensanta con Kisko García que no se ha querido ir de su barrio de siempre. Y es que todos volvemos o nunca nos vamos de la Fuensanta. Porque lo tiene todo: educación y sabor a pueblo de ese que levanta los países. El choco es el símbolo de evolución de la Fuensanta: de los tubos, un antiguo lugar de exclusión en los ochenta, al choco, uno de los principales restaurantes de Europa en el siglo 21
Y quiero finalizar hablando de futuro, a través de una crítica constructiva aprovechando que están aquí las autoridades: miren ustedes, aunque la Fuensanta consiguió dejar atrás la exclusión no por eso podemos decir que todo el monte es orégano. La burbuja inmobiliaria, hizo que muchos de nuestros vecinos eligieran profesiones relacionadas con la construcción. ¿qué pasa con eso? pues que muchos de nuestros jóvenes no tienen trabajo. Pues bien creo que en la Fuensanta tenemos una gran oportunidad para los jóvenes: miren ustedes, cuando yo nací en la fuensanta, casi todo eran huertas. El colegio Cervantes era una isla. Y esto se fue llenando de bloques como el mío, como los bloques rojos, los bloques grises etc, Podemos decir que la Fuensanta fue un experimento social que ha salido muy bien. sigamos entonces esa senda…yo no sé porque Córdoba está creciendo solo para la parte de Villarrubia, o del Higueron. Y nos estamos olvidando de este extremo de la ciudad. En esta parte hay muchísimos metros de suelo desaprovechado. Por ejemplo, el Arenal. Incluso hace unos quince años surgió un proyecto llamado “ciudad del ocio” que se ha parado. Reactivémoslo que ahí se pueden hacer virguerías. que además pueden ser realizadas contratando a nuestros jóvenes… y ahí lo dejo
Rainer María Rilke (que no sé quién es) dijo que la patria del hombre es la infancia. Pues yo, como no me he ido de aquí desde que era niño, y seguramente solo me iré con los pies por delante puedo decir con orgullo, alto y claro: mi patria no es mi infancia, mi patria es la fuensanta
Viva maría, Viva la Vela, viva la Fuensanta, y, sobre todo, viva la madre que me pario.
hasta siempre