Dos realidades aterradoras casi en partes iguales se desdibujan en las palabras de Jean-Pierre Lacroix (París, 64 años), encargado de Operaciones de Paz de la ONU. El mundo se encuentra probablemente en su pico más alto de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial, y la extrema división de los actores globales, con Europa y EEUU por un lado, y Rusia y a menudo China por el otro, están volviendo la tarea de dar una paz real y duradera a muchos países en conflicto, un objetivo cada vez más difícil de alcanzar. Todo ello cuando «los conflictos están más interconectados que nunca» y «se están sobrepasando los límites del Derecho Humanitario Internacional, con violaciones masivas», dice este diplomático francés con 30 años de carrera diplomática.
Dice usted que las divisiones entre las potencias están debilitando los esfuerzos de la ONU para poner fin a los conflictos.
Es muy sencillo: las misiones de mantenimiento de la paz son creadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y todas tienen como objetivo lograr una paz duradera. Pero estas misiones no pueden cumplir [con esa misión] ni avanzar en esos esfuerzos sin un apoyo conjunto y comprometido de los Estados miembros. Y hoy tenemos menos de eso; tenemos más división. Esto socava las posibilidades de cambios políticos.
¿Podrían desaparecer las misiones?
No estoy diciendo eso. Actualmente hay más de 70.000 cascos azules [en todo el mundo], que hacen todo lo posible para proteger a los civiles y mantener los altos el fuego. El problema es que el objetivo final de las misiones es que el proceso de paz se complete y que los países alcancen paz y estabilidad. Esto se ha logrado en muchos países como Camboya, Timor-Leste, Sierra Leona y Liberia, pero ocurrió en el pasado, en una época en la que había una mayor unidad.
Y, en esta división, algunos de los bandos en disputa han aprovechado para poner en discusión a la ONU. ¿No ha finalizado así, en 2023, la misión en Mali?
Tuvo un papel importante.
¿En el Congo también, verdad?
Especialmente en el Congo oriental, tenemos la combinación de tres factores. El primero es un Estado débil, especialmente [en garantizar] la seguridad y el estado de derecho. En segundo lugar, ha habido una proliferación de grupos armados que operan tanto con fines económicos, como la explotación de recursos naturales, y que también son fruto de tensiones étnicas. Y, tercero, ha habido interferencias de [países] vecinos. Ahora bien, la misión Minusco ha estado allí por más de 20 años y este año la última retirada ha sido de Kivu del Sur. Pero los próximos pasos de esta retirada aún deben ser examinados y decididos mediante consultas entre la ONU y el Gobierno del Congo, y, en última instancia, deberán ser aprobados por el Consejo de Seguridad.
Pero fue el gobierno congoleño el que pidió que se fueran.
Eso es correcto. Sin embargo, el presidente Félix Tshisekedi también ha dicho repetidamente que la retirada debe ser gradual y responsable para que la situación no se deteriore. Actualmente, el número de civiles que protege Monusco sigue siendo significativo. En algunas zonas incluso estamos solos y hay muy poca presencia del Ejército congoleño.
¿En el sur de Líbano están pudiendo cumplir con su mandato? Informes hablan de disparos a posiciones de la ONU.
Es una situación obviamente muy compleja y preocupante debido al intercambio de fuego [entre el Ejército israelí e Hizbolá] todos los días desde [los atentados de Hamas] del 7 de octubre. Ha habido una intensificación de la violencia, con muertes de civiles en ambos lados, desplazamientos masivos de población y varios cascos azules heridos; incluso ha sido asesinado un contratista de UNIFIL. He visto personalmente los daños causados por los disparos en el área de la misión. Ahora, UNIFIL sigue cumpliendo con su mandato; es difícil, pero en cierta medida es más importante que nunca, porque es el único canal de comunicación entre las dos partes y juega un papel importante en la deconflictualización. Debo añadir que todas las partes siguen apoyando la presencia de UNIFIL y que incluso quieren que juegue un papel en apoyar la implementación de [un eventual] cese al fuego. Aunque también nos hemos estado preparando para la eventualidad de un empeoramiento de la situación en el sur de Líbano.
Francia ha sido el último gran país en dar un giro a favor de Marruecos en su plan sobre el Sáhara Occidental.
La posición de la ONU respecto al Sáhara Occidental no ha cambiado y está basada en la resolución del Consejo de Seguridad [de 1991, que reconoce el derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación]. Tampoco he recibido ninguna indicación de los miembros del Consejo de Seguridad de que no estén considerando la extensión del mandato [de la misión de paz allí].
¿Alguna otra zona o país que le preocupe?
Las situaciones más urgentes son en Medio Oriente, Líbano, Congo, y también Sudán del Sur y República Centroafricana. Creo que es importante subrayar que estamos en un momento en que el número de conflictos extremadamente graves que impactan masivamente en la población civil es sin precedentes. El Sahel es asimismo muy preocupante. Y, por supuesto, muchos otros lugares, como Libia.
Y son 75 años de los Convenios de Ginebra.
Pero nuestro papel es no rendirnos.
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