Una equivocación. Eso es lo que ha esgrimido ante la jueza el presunto maltratador detenido en Valencia por un caso de violación mediante sumisión química para tratar de justificar las sustancias halladas en el organismo de su pareja –con la que acababa de reencontrarse tras su última ruptura–, después de que las cámaras de un pub de Valencia lo captaran arrojando el contenido de un envoltorio de plástico en un vaso de cerveza. Ante la evidencia que reflejan dichas grabaciones y el testimonio de trabajador del local, que también lo vio, el acusado inicialmente de un delito genérico de malos tratos sostiene que se equivocó de vaso.
El arrestado, que se encuentra en libertad pese a que su víctima está catalogada en riesgo extremo, pidió dos cervezas en la barra de un pub de Valencia. Cuando el camarero le iba a servir unos botellines le especificó que se lo pusiera en vaso. Así, según la versión que dio ante el Juzgado de Violencia sobre la mujer cinco de Valencia, la droga era para él, ya que es consumidor habitual y se excita más con dichas sustancias, pero al llevársela a su pareja se equivocó y le dio la cerveza que tenía la droga.
Los análisis de orina posteriores realizados a la víctima cuando esta acudió al servicio de Urgencias de un hospital porque se encontraba mal, dieron positivo en anfetamina y MDMA, sustancias que la joven, de 25 años, aseguró no consumir.
Gracias al sistema de videovigilancia con el que cuenta el pub en el que habían estado la noche del sábado 24 de agosto la víctima y el ahora arrestado, y a la colaboración de los responsables del local con la policía, fue posible identificar al autor de la sumisión química, que como ya sospechaban los propios policías desde que acudió con la víctima a presentar la denuncia, no era otro que su propio compañero sentimental.
Estuvieron en la terraza y se marcharon a los 15 minutos
El encargado del pub explicó a este periódico que el sospechoso, al que identificó porque ya lo había visto otras veces, entró a por dos cervezas, echó algo en una de ellas, y se salió fuera, a la terraza, donde no vieron con quién estaba. Pero que apenas estuvieron quince minutos.
De hecho, la víctima declaró a la policía que enseguida comenzó a «sentirse mareada y a tener como alucinaciones». Debido a este estado, el que había sido su pareja y con el que había quedado de nuevo esa noche tras una breve ruptura, la llevó a su casa. Una vez allí, la joven describe que necesitaba tener a alguien donde apoyarse, de lo mareada que estaba, y que su presunto maltratador aprovechó dicho estado para mantener relaciones sexuales con ella. En ningún momento se opuso porque ni siquiera era consciente.
Horas más tarde fue cuando al ver que no mejoraba y que tenía las pupilas dilatadas, acudió a Urgencias, donde detectaron que había sido drogada.
Tres días después de presentar la denuncia la víctima alertó a la policía tras un nuevo episodio de malos tratos (la joven relata un auténtico calvario aunque hasta ahora no había presentado denuncia alguna) en el que el arrestado habría tratado de estrangularla. La juez, que un día antes ya había dictado una medida de protección dada la gravedad, acordó la libertad al no solicitar la Fiscalía prisión provisional.