Argelia celebra este sábado elecciones presidenciales con un guion sin mucha intriga y con un protagonista principal: Abdelmadjid Tebboune, actual presidente del país, quien previsiblemente ganará la reelección y seguirá cinco años más en El Mouradia, palacio presidencial argelino. En estos comicios, que se han avanzado tres meses, no participan la mayoría de los partidos de la oposición. Además de la candidatura oficialista, solo dos partidos más concurrirán: el Frente de Fuerzas Socialistas y la formación islamista, Movimiento de la Sociedad por la Paz. Actualmente, el país vive inmerso en un endurecimiento de la represión y la autocensura se ha impuesto entre la oposición y las organizaciones que en el pasado apoyaron las protestas contra el régimen, según señalan los analistas y organizaciones pro derechos humanos.
Tebboune llegó al frente de la república argelina hace cinco años tras unas elecciones en la que la participación rozó el 40% y con un importante enfado en las calles y llamadas al boicot como trasfondo. Desde mediados de febrero de 2019, miles de manifestantes salieron a protestar cada viernes para exigir reformas profundas en el país. Este movimiento se conoció como el Hirak y mantuvo un pulso con el estado durante más de un año. La intención de Abdelaziz Bouteflika de presentarse a un quinto mandato, tras presidir el país durante dos décadas, exacerbó la indignación y las protestas, pero las demandas iban más allá y pedían una transición para desalojar a la élite política que hace décadas que estaba en la cúspide del poder. Finalmente, el dirigente, de ochenta años y muy deteriorado por una enfermedad, renunció a su cargo y a la reelección. Fue en los comicios de diciembre de 2019 que Tebboune tomó las riendas del país.
Las elecciones presidenciales estaban previstas inicialmente para el mes de diciembre, aunque Tebboune firmó a principios de junio un decreto presidencial para adelantarlas al 7 de setiembre,, decisión que se anunció sin dar ninguna explicación. Uno de los elementos de mayor interés de las elecciones será la participación ya que en las últimas citas en las urnas, el porcentaje ha sido bajo. Si en las presenciales del 2019 fue del 39%, en el referéndum celebrado un año después para aprobar una reforma constitucional fue del 23% y en las legislativas del 2021 solo votaron el 30% de los electores. Estas citas han estado marcadas por las llamadas al boicot de actores políticos críticos con el sistema actual.
Endurecimiento de la represión
“La evolución más importante de la escena política argelina es que el ejército ha reforzado su ascendente político”, explica Laurence Thieux, Profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. El presidente argelino es presentado en los medios estatales como un candidato “independiente”, aunque tanto dentro como fuera del país es visto como la opción del ejército y de los partidos oficialistas que apuestan por la continuidad. Uno de los desafíos que afronta el país es la inflación, también la falta de expectativas para los más jóvenes, además del cambio climático y los problemas por escasez de agua que golpean con fuerza el sur del país. La principal baza de la economía argelina sigue siendo el gas: el país se encuentra entre los diez mayores productores del mundo y tras la guerra en Ucrania se ha convertido en una de las alternativas a Rusia para suministrar gas en Europa a través de los gasoductos existentes.
“Hay un endurecimiento de la represión y un miedo y autocensura importante entre la oposición. Las líneas rojas se han difuminado mucho”, explica Thieux. También señala que los partidos que participaron o apoyaron al Hirak están “en fuera de juego, ya que no pueden expresarse”. Algo parecido también pasa con la prensa. “Parece difícil que a corto plazo la oposición se pueda organizar en el contexto actual”, explica la experta. Según Amnistía Internacional, después de que el estado prohibiera las protestas en 2020 debido a la pandemia “las autoridades argelinas intensificaron su represión de la disidencia pacífica”. Explican que “cientos de personas han sido detenidas y recluidas arbitrariamente” y que muchos de ellos continúan en la cárcel, incluyendo manifestantes, defensores de derechos humanos y periodistas.
El complejo panorama diplomático
Las relaciones diplomáticas argelinas se han tensado estos últimos años. Hace tres meses, Argel decidió retirar su embajador de París tras la decisión de Francia de apoyar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental. Algo parecido de lo que sucedió con España en 2022, pero con el añadido de las complejas relaciones históricas que mantienen Argelia y Francia, antiguo colonizador del país. Al oeste, las relaciones con Marruecos continúan rotas y son constantes los episodios en que remonta la tensión. Argel también ha perdido influencia en la región del Sahel. Las operaciones militares que el ejército maliense, apoyado por los mercenarios rusos de Wagner, han llevado a cabo cerca de la frontera argelina, ha provocado el malestar del país magrebí y las relaciones con Bamako estan prácticamente rotas.