A mitad de la bajada de la Virgen del Pino de su Camarín comienza a llover tanto fuera como dentro de la Basílica. Fuera, a consecuencia de la lluvia fina que empapó el casco de Teror, y dentro debido a las lágrimas de los más devotos, concretamente de la familia Bordonaro. No pudieron contener la emoción durante la media hora aproximada que tardó la Virgen del Pino en bajar. Un sentimiento desmedido para un día inexplicable e inolvidable.

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