Una semana ha estado en China la amplia misión comercial andaluza, con el presidente Moreno Bonilla al frente. A su término, el líder popular ha dicho: «Este viaje ha sido un éxito, con esos 2.500 millones de euros en inversión industrial para Andalucía, a lo que se une la posibilidad de abrir puertas en conectividad aérea para potenciar el turismo chino, que es muy selecto y que gasta mucho en Andalucía».

En realidad, una parte importante de esos 2.500 millones son el producto de una serie de inversiones del sector privado español que, en alianza con grandes empresas chinas, optan por el territorio andaluz en función de las facilidades obtenidas con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que prevé superar el 80% de electricidad renovable en 2030, acelerando el abandono de los combustibles fósiles y el fortalecimiento de la autonomía energética.

Por ejemplo, el presidente andaluz habla de su encuentro con representantes del Grupo Trina Solar. Su proyecto consiste en una planta de Hidrógeno Verde en el Parque Huelva Empresarial, que cuenta con una inversión de 160 millones de euros. Se aplaude también el acuerdo alcanzado entre la empresa española Coxabengoa, y la china Gotion para fabricar componentes de almacenamiento de renovables, con una inversión de 250 millones de euros.

Ambos son proyectos impulsados por el Gobierno Central en el que ni la Junta de Andalucía ni el Ayuntamiento de Huelva, en el primer caso, arriesgan un euro, pero que venden como si fuera un gran triunfo, sin contar con que los primeros resultados, con suerte, tardarán de 3 a 4 años en conocerse. Es un estado permanente de campaña electoral, donde se abraza el dinero chino con el clamor de Bienvenido Míster Marshall, con gran aparato mediático local y escaso impacto fuera.

Por otra parte, cuando el presidente habla de la posibilidad de abrir una línea aérea directa con China, omite decir si será desde el aeropuerto de Málaga o de Sevilla, porque los alcaldes de ambas ciudades aseguran que, sin duda, les corresponde a ellos. Conflicto habemus en el horizonte, dado que tanto el propio Moreno como el consejero de Turismo, Arturo Bernal, ejercen de malagueños y viven en Sevilla.

También tuvo tiempo el presidente andaluz para meter la cuña contra el presidente Sánchez, días antes del viaje, en estos términos: “causa estupor el silencio cómplice con Maduro de Sánchez y Zapatero. Se puede ser de izquierdas y tener valentía para defender la democracia y libertad en Venezuela”. Hubiera estado bien que, ya en territorio chino, se hubiera solidarizado con los casi 50.000 presos políticos y hubiera protestado por la aplicación habitual de la pena de muerte. Claro, que esas palabras no hubieran sido buenas para el negocio, ni tampoco habrían servido para criticar al presidente español. Y, a lo mejor, ese grupo selecto de turistas que tanto gastan se habrían ido a otro sitio.

Hubo un momento también para tratar un tema que la Junta de Andalucía, hasta ahora, trata con sordina, como es la crisis de salud pública del Virus del Nilo, a las puertas de Sevilla: «Me preocupa y vamos a intentar poner toda la carne en el asador» dijo, con el subrayado de una petición de calma a la población. De ordenar a la consejera de Salud que se reúna cuanto antes con los alcaldes de los municipios afectados, nada.

Hoy el presidente seguramente estará descansando del largo viaje de vuelta, pues son 12 horas en clase turista, como él mismo indicó. Ahora, en aras de la transparencia que tanto se exige en otros frentes, lo ideal sería que se publicara en los próximos días el costo total al erario público de la embajada comercial andaluza, incluido el aparato mediático.

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