Entre los 4500 atletas que compiten estos días en París en los Juegos Paralímpicos, hay cientos y cientos de historias de superación que rompen cualquier barrera que uno se pueda imaginar. El deporte abre una segunda vida en todos ellos siendo un escaparate inimaginable en los peores momentos de su vida.
Pero de entre todas ellas, hay algunas que escapan de la lógica vital. Una de ellas es la de Loida Zabala, la haltera española que ha vivido en París sus quintos Juegos Paralímpicos. Diploma en todos los anteriores, su gran logro en la capital francesa fue simplemente lograr estar en ellos.
Hace menos de un año, en noviembre, a Loida le detectaron un cáncer de pulmón de estadio 4, ya incurable. Lejos de hundirse, la cacereña tomó la mejor decisión posible. La de vivir. Y ello pasaba por estar en París compitiendo, como había hecho toda la vida. Nada la detuvo y tras meses de preparación y sufrimiento, lo logró.
Este jueves, en el Arena Porte de la Chapplle, Loida se colgó la mejor medalla de todas, la medalla a la vida.
El deporte como salvavidas
Con 11 años, la extremeña sufrió una infección de médula que le provocó la pérdida de movilidad en las piernas. Tras su paso por el hospital, donde estuvo cuatro meses ingresada, comenzó a levantar pesas con el fin de valerse por mí misma, tener fuerza y sentirse independiente.
Ahí nació una pasión que dura hasta hoy y que la ha convertido en campeona de España en 19 ocasiones.
El deporte le devolvió toda la ilusión y su afán por superarse día a día la llevó hasta Pekín, Londres, Río y Tokio. Un camino que tampoco estuvo marcado por las facilidades precisamente. Antes de la cita londinense, en 2012, sufrió malos tratos por parte de su pareja que le dejaron maltrecho el brazo derecho.
Pese a ello, Loida decidió no rendirse una vez más y con la ayuda de su familia y la ilusión por volver a estar donde más quería acabaron haciendo que pudiera estar en la cita paralímpica.
En noviembre de 2023, todo volvió a truncarse, cuando tras una parálisis en el brazo izquierdo le detectaron el cáncer. Sus precedentes del pasado le ayudaron para poder llegar donde se marcó entonces. París era su gran objetivo, esquivando la nueva bala que la vida le lanzaba. Y así fue. «Llegar a París era mi medalla» aseguró con lágrimas en los ojos sacando todo el peso de lo sufrido.
«Cuando estaba en el hospital, ella solo estaba obsesionada en entrenar para llegar a París. Yo lo único que pensaba era que iba a morir» explicaba su entrenador, Óscar Sánchez, en quien reside gran parte del triunfo de Loida.
«Poder haber llegado hasta aquí, pues ya es una victoria muy grande. Todo lo que tuvimos que hacer para dar el peso exigido y todo el trabajo para llegar a estar dentro han sido duros. Ha levantado una carga que ahora mismo está muy bien para la situación en la que está ella» aseguró
Con ambición de seguir… y sobrevivir
24 horas antes de competir, Loida no sabía aun si todo el esfuerzo hecho podría ser recompensado. Su aumento de peso debido a la medicación ‘amenazaba‘ su presencia, pero una vez más, y tras horas y horas de trabajo y de sauna, lo consiguió.
Pudo estar en la Chappelle, donde consiguió levantar sus tres intentos. Parecían testimoniales por el poco peso en comparación con sus rivales, pero tras ello se escondía una historia de superación que nadie más podría levantar. «Me ha costado mucho llegar hasta aquí, han sido muchos meses de sacrificio, pero cuando finalmente me dieron la noticia de que podría esta, fue increíble» explicó.
Lejos de quedarse con el gran triunfo de poder estar en París, Loida ya quiere buscar su siguiente foco. «Me gustaría revalidar el título de campeona de Europa, que es dentro de dos años, entonces me da tiempo recuperar el estado de forma que estaba el año pasado, y después me gustaría sobrevivir hasta Los Ángeles 2028″. Así claro y así de simple. Sobrevivir cuatro años para poder estar en unos nuevos Juegos Paralímpicos. Tan cruel, como real. Tan duro, como verdadero.
Loida consiguió en París la medalla más preciada del mundo. La medalla a la vida. Una verdadera inspiración para cualquiera, aunque ella crea que es algo ‘normal‘.
«No me considero una inspiración realmente porque yo sé que esa fuerza interior que se me puede ver ahora lo tiene cualquier persona. Solo que quizás, si no ha pasado por ciertas situaciones, no lo ha llegado a ver. Yo no sabía que era así de fuerte, por así decirlo. Sé que todo el mundo tiene eso dentro» aseguró.
Diga lo que diga, un ejemplo inigualable.