Ucrania se convirtió hace un mes en el primer país cuyos soldados entran en el territorio de la Federación Rusa desde la Segunda Guerra Mundial. El país invadido se transformó en invasor. Rusia, una vez más desde que empezó la guerra en Ucrania el 24 de febrero de 2022, sufría una humillación. «Rusia ha sido varias veces humillada, pero no ha sido derrotada», remarca Mira Milosevich, investigadora principal del Real Instituto Elcano.

El avance ucraniano en la región de Kursk tuvo un enorme impacto psicológico. Los rusos de esa zona vieron con sus propios ojos cómo su gobierno no controlaba sus fronteras. El caso es que los rusos tenía informes de que se podía producir esa invasión pero no creyeron que los ucranianos finalmente dieran el paso. «No había visto a los rusos tan preocupados desde la incursión de Prigozhin», decía a El Independiente Witold Rodkiewicz, investigador del Center for Eastern Studies (OSW) de Varsovia. Rodkiewicz explicaba que los rusos no manejan bien el factor sorpresa.

Al avanzar en Kursk, en una operación en la que estarían movilizados unos 10.000 efectivos ucranianos, los ucranianos han demostrado un gran dominio de la guerra de maniobra. Provocaron que unos 20.000 rusos tuvieran que dejar sus hogares. Ocuparon más de 1.200 metros cuadrados de territorio ruso.

El plan de Zelenski

¿Qué objetivos perseguía el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, con la incursión en Kursk? A juicio de Mira Milosevich, serían tres: el político, el estratégico y el impacto en los aliados internacionales.

«El objetivo político era levantar la moral de los ucranianos que han perdido territorio en el Donbás. Zelenski está acostumbrado a gobernar a golpe de efecto. Ha conseguido levantar la moral. Es una victoria simbólica para Ucrania, pero no está claro que se pueda traducir en una ganancia estratégica», señala Milosevich, autora de El imperio zombi. Rusia y el orden mundial.

Desde el punto de vista estratégico, hay dudas de que sea un acierto. «Ha retirado efectivos y recursos del frente primario para llevarlos a uno secundario. Ahora está avanzando más rápido en el Donbás, donde la situación es muy difícil». Zelenski ha obtenido prisioneros para intercambio pero no veo una ganancia estratégica que influya en el curso de la guerra. No es un punto de inflexión», apunta la investigadora. 

Coincide con ella Rodkiewicz, si bien destaca cómo el avance en Kursk ha puesto en evidencia que el Kremlin no puede garantizar la seguridad de todos los ciudadanos rusos.

El problema es que en el Donbás los ucranianos están sufriendo mucho. Zelenski presumía que los rusos iban a destinar efectivos del Donbás a la defensa de Kursk, pero no ha sido así. Incluso han llevado a mercenarios de la antigua Wagner, destinados en algunos países africanos. «El principal objetivo del Kremlin es aumentar sus ganancias en el Donbás. Es una obsesión desde el principio de la guerra. Es más fácil liberar un territorio de Rusia», señala Milosevich.

El líder ruso, Vladimir Putin, ha dicho esta semana que el avance ruso en la ciudad de Pokrovsk es un éxito. Están a ocho kilómetros de esta localidad. «No están llevando a cabo acciones para contener nuestra ofensiva», ha dicho. Las fuerzas rusas controlan el 18% de Ucrania.

Otra factor que ha debido de influir en la decisión de Zelenski es el efecto en la comunidad internacional. En un momento crítico en Estados Unidos, por la inminente convocatoria electoral, había que demostrar que los ucranianos siguen teniendo coraje y capacidad de maniobra. También la idea sería convencer a los aliados de que es imprescindible que permitan que Ucrania use el material militar más sofisticado, de largo alcance, para atacar a Rusia. Algunas líneas rojas se han superado: están usado Himars, por ejemplo. Pero aún hay reticencia con los ATACMS.

«Me parece que es una narrativa errónea. Rusia no va a usar armas nucleares para ganar la guerra. Pero si Ucrania avanza en su territorio y destruye aeropuertos, objetivos civiles… si la existencia del Estado se percibe en peligro por el uso de misiles de largo alcance, no excluyo que utilizara armamento nuclear. Es un movimiento peligroso», señala la investigadora del Real Instituto Elcano.

Es un momento crítico para los dos contendientes. Tanto Zelenski como Putin están en horas bajas. Rusia fracasó en su intento de convertir a Ucrania en un Estado fallido. A ese objetivo ha de renunciar. Y el presidente ucraniano ha decidido desplazar a una figura clave de su gabinete como Dmytro Kuleba, ministro de Exteriores, y uno de los conseguidores de los envíos de armas occidentales.

«Me preocupa este cambio porque lo hace sin elecciones. Dice que necesita nueva energía pero él se considera intocable. Puede que sienta que pierde apoyo en la sociedad civil y solo quiere incondicionales. Parece que Kuleba iba por libre y Zelenski no quiere que nadie le haga sombra», añade Milosevich.

La guerra está en un punto de inflexión. En Occidente son cada vez más las voces que creen que lo mejor sería ganar una buena posición en la mesa de negociaciones. Será un Vietnam para Rusia si se prolonga años, pero EEUU y sus aliados tendrían que estar dispuestos a mantener la ayuda a Ucrania hasta que Rusia acabara de tal forma que no pudiera volver a llevar a cabo operaciones ofensivas nunca más. En el Este de Europa están convencidos de que una paz con Putin siempre sería efímera. Pero no todos están dispuestos a mantener el aumento en presupuestos de defensa. Porque muchos aún no perciben que la amenaza nos afecta a todos. Y que no solo viene de Moscú.

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