El golpe sobre la mesa del Gobierno de Canarias por el colapso de la red de acogida de menores migrantes no acompañados es fruto de la desesperación. Tras más de un año clamando ayuda al Estado, poniendo soluciones sobre la mesa, negociando con los grupos parlamentarios, la respuesta a la emergencia humanitaria no llega. Quienes pueden poner remedio a la urgencia, miran hacia otro lado y se enzarzan en una bronca política yerma. Ante este escenario, en el que los principales perjudicados son niños y adolescentes extremadamente vulnerables, el Ejecutivo canario ha decidido plantarse y no admitir la acogida de más menores migrantes.

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